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Los mercados tratan de asimilar la sincronización de los bancos centrales

Marc Jones - Sabado, 08 de Julio

Los principales bancos centrales del mundo han coincidido esta semana al presentar el mensaje, como si se hubieran puesto de acuerdo previamente, de que llega la hora de guardar en un cajón la flexibilización cuantitativa y subir los tipos de interés, y los mercados mundiales están tomando nota. Hasta entonces, las acciones y los bonos habían vuelto a cotizar al alza bajo la premisa de que el volumen total de liquidez global seguía creciendo, a pesar de las subidas de tipos de la Reserva Federal, gracias a los programas de compra de bonos del Banco Central Europeo y del Banco de Japón. Este es el motivo por el que el aparente cambio de rumbo de Mario Draghi el martes tuvo tanto impacto en todos los activos globales desde Wall Street a Londres y Tokio, mucho más que ninguna de las últimas declaraciones de la Fed. Los rendimientos de los bonos alemanes, un indicador de los costes de endeudamiento en las potencias económicas europeas, se duplicaron, los diferenciales entre la deuda de Estados Unidos y casi todas las principales referencias soberanas internacionales se estrecharon, y varios grandes bancos declararon la defunción del repunte del dólar a manos del euro.

Hans Peterson, responsable de asignación de activos en SEB, dijo que los bancos centrales y sus políticas ultraexpansionistas estaban dándose la vuelta "lentamente".

"Queda por ver cómo reaccionan los mercados a largo plazo", agregó. "Lo que pasa es que tenemos toda una generación de gestores de inversiones y gente en los mercados que nunca han vivido sin el apoyo de los bancos centrales".

De repente, el ruido habitual que viene de los bancos centrales se ha sincronizado, en un movimiento que el Banco de Pagos Internacionales -donde decenas de banqueros centrales se reunieron el fin de semana- calificó como "la gran operación de desmontaje" del dinero fácil.

Horas después de que Draghi hablara, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen, estaba advirtiendo de las altas valoraciones de los activos, uno de sus colegas hablaba de poner su balance en "piloto automático" y el gobernador del Banco de Inglaterra Mark Carney había hecho un giro radical al pasar de decir que no era el momento de pensar en subir tipos a indicar que tendrían que debatir el tema pronto.

A pesar de los iniciales movimientos instintivos, los mercados mantuvieron una relativa cautela, por el temor a que el moderado ritmo mundial en la inflación y el crecimiento de los salarios -una tendencia que los dirigentes monetarios reconocen abiertamente que no acaban de entender- retrase sus reacciones.

El mercado descuenta ahora una posibilidad del 80 por ciento de un alza de tipos por parte del Banco de Inglaterra antes de marzo del próximo año, mientras que en Canadá este porcentaje se sitúa en el 70 por ciento para una subida del coste de los préstamos en julio.

Pero los agentes del mercado todavía no apuestan por otro aumento de los tipos de la Fed en los próximos 12 meses, y no se espera que el BCE los eleve en ese período, aunque algunos de sus miembros defienden que es una posibilidad.

QUITANDO EL TAPÓN

Entre la Fed, el BCE, el Banco de Japón y el Banco de Japón han puesto en el mercado liquidez mediante la compra de bonos por valor de 15 billones de dólares en los últimos ocho años, aproximadamente tres cuartas partes de lo que vale la economía de Estados Unidos.

La tasa actual de acumulación sigue siendo de casi 200.000 millones al mes, dividida casi en partes iguales entre el BCE y el Banco de Japón. Incluso si se retiraran 50.000 millones de dólares en los próximos seis meses a medida que la Fed reduzca su balance, la gestión del proceso será muy cuidadosa.

Por lo tanto, la hipótesis es que no habrá una reducción significativa en la liquidez durante al menos un año.

"La bañera estará tan llena como lo ha estado, incluso aunque quiten el tapón de manera gradual", dijo Neil Williams, economista jefe del gestor de fondos británico Hermes.

Los bancos centrales serán perfectamente conscientes de que, a pesar de todo el dinero barato disponible, las economías siguen estando altamente endeudadas una década después de la gran crisis crediticia.

Los niveles globales de deuda han subido en 500.000 millones de dólares el año pasado hasta alcanzar un récord de 217 billones de dólares, dijo esta semana el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés).

Peterson, de SEB, piensa que las acciones serán el activo en el que conviene estar a medida que suban los tipos, pero que cualquier señal de alejamiento entre la tendencia de los costes de los préstamos corporativos respecto de los tipos de interés oficiales debe considerarse una advertencia.

La diferencia entre el rendimiento del bono del Tesoro de Estados Unidos a 10 años y el índice de bonos corporativos de Barclays es de apenas 0,3 puntos porcentuales, del 2,2 frente al 2,5 por ciento, prácticamente el más bajo en tres años.

Peterson considera que el fin de la generosidad de los bancos centrales sería un gran cambio, pero que, "siempre y cuando lo hagan de manera transparente y cuidando a los mercados, es lógico".




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