La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Marzo2015

Santiago Niño Becerra - Miercoles, 08 de Abril

Pienso que en España –aunque no sólo– se está instalando una tendencia peligrosa: la de considerar por parte de muchos políticos –en el Gobierno o no– que la situación económica está mejorando manifiestamente; en tal tendencia se utilizarían datos (siempre hay que utilizar datos para dar verosimilitud a las cosas) como los del desempleo registrado publicados ayer; y dicha tendencia estaría avalada por bastantes medios de comunicación a través del enfoque que se da a la realidad y a como se presentan los datos referidos. Evidentemente tras esa tendencia se halla el deseo incontenible de la ciudadanía de querer creer que ‘las cosas van a volver a ir bien’.

Decía que esta tendencia es peligrosa porque no seguirla está empezando a ser calificado de derrotismo, casi de quintacolumnismo, de algo parecido a una postura que crea desazón y que no es socialmente sana. Y no, no es un tema sólo de las elecciones que están teniendo lugar este año, que también, claro; pienso que la cosa va mucho más allá. Es como si el mensaje que se estuviese lanzando apuntase a que, sin ningún lugar a género de dudas, la ocupación va a regresar a la ‘maravillosa estabilidad’ del 2006 a pesar de que las vías que se están utilizando para lograr tal estabilidad sean la secular estacionalidad del empleo español, aderezada con la emigración de quienes puedan y con una tipología de empleo relativamente nueva en España: la contratación a tiempo parcial.

Los datos del paro registrado publicados ayer se pueden tratar como se quiera, pero son malos rematadamente malos, con todas las letras. Para volver a un nivel de ocupación como el existente antes de la crisis –y recordemos que en aquel momento maravilloso la tasa de paro en España superaba la que Alemania, Austria, República Checa, Reino Unido, Dinamarca, Holanda, …  tienen HOY, en plena crisis y teniendo en cuenta que la tasa de actividad española es ¡sensiblemente menor que la de tales países– harían falta 16 marzos como el pasado sin que en ningún momento se generase nuevo desempleo; con una diferencia fundamental: la composición contractual de esa población ocupada y sus condiciones de trabajo.

Porque la realidad es sencilla: en España se está cambiando ocupación con contrato indefinido a tiempo completo por ocupación temporal y a tiempo parcial: tan sólo el 5% los contratos que se han realizado en el maravillo Marzo pasado han sido indefinidos a tiempo completo, y ello a pesar de la ‘tarifa plana’ de la Seguridad Social: aquel instrumento tan fabuloso que iba a incrementar la contratación indefinida hasta cotas jamás soñadas. A eso añadan que la facilidad para despedir y el precio del despido no han cesado de aumentar y de bajar respectivamente desde entonces. (Y eso sin contar el casi 12% de subempleo forzoso que, se estima, existe hoy en España).

La realidad del mercado de trabajo español de Marzo es mala, muy mala: el 44,3% de la población desempleada española no tiene cobertura por desempleo, por lo que pueden imaginar qué harán para sobrevivir: recurrir a los subsidios asistenciales, a la caridad y al trabajo en negro, que no se persigue con ahínco porque mucho del mismo desaparecería lo que aumentaría el problema del paro.

Vale, toca convencer a población española de que el empleo en España está situado en la senda buena, de que la precariedad es lo que ahora es normal, de que como dijo Frau Merkel ‘algún trabajo es mejor que ningún trabajo’, y que, sobre todo, no hay que protestar porque si se protesta pueden pasar cosas desagradables.

Hacia el 2020 (el 2023, según el Instituto IFO) se alcanzará la estabilidad en esta crisis, pero en España en unos 15 años se habrán retrocedido décadas en el mundo del trabajo al imponerse –y aceptarse– condiciones laborales, salarios y prestaciones sociales propias de una situación de postguerra. Eso es lo que fue el pasado mes de Marzo, independientemente de cómo fuesen sus idus.

Se ha vendido bien: había que devaluar internamente para superar la crisis, y lo que ha llegado ha venido para quedarse. Es lo que hay. Es lo que toca.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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