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Más malestar

Santiago Niño Becerra - Viernes, 13 de Junio No, no me equivoco; es malestar, no es nada más -y nada menos- que malestar. Las huelgas (todas) que están en marcha en Europa y las que se están cociendo. La culpa -dicen quienes, oficialmente, se les ha dado autoridad (?) para decirlo- es del incremento del precio de las commodities. Síт­, síт­, el aumento del precio del combustible, de los alimentos y de todo lo que habitualmente se utiliza para vivir son commodities, yo también lo digo, pero, por un momento piensen de otra manera.

Por un instante olvíт­dense de los precios de las cosas, imaginen que los precios no fuesen el problema, pero el malestar existe, luego, ¿dónde residiríт­a el problema?, pues en un lugar mucho más simple de entender para el común de los mortales: en los ingresos. Si, de la noche a la mañana, si de ahora para luego, los ingresos de las personas que les rodean y que transmiten a todo y a todos su malestar se incrementase en un 50%, ¿creen que durante un rato no desapareceríт­a el malestar?.

Ya sé, ya sé, eso no puede pasar porque no deben incrementarse los ingresos sin que se produzca un aumento proporcional de la productividad y del valor añadido, bla, bla, bla, pero eso, la gente de la calle, no lo entiende; para la gente de la calle esos son inventos, palabras sin sentido. Lo único que percibe la población de a pie -el camionero que está/ha estado protestando, por ejemplo-, la culpa es la insuficiencia de sus ingresos, de la cortedad de sus emolumentos para atender la cotidianidad de su existencia y la de su familia. Ese camionero, o cualquiera que dependa de unos ingresos “limitados”, hablará del precio del gasóleo, del coste del mantenimiento de su camión, de los impuestos que tiene que pagar, pero, en el fondo, fondo, de lo único que está hablando es de lo limitado de sus ingresos, de la estrechez del ingreso que por su trabajo obtiene para atender sus necesidades.

La manifestación de sus reivindicaciones puede adoptar perfiles diferenciados: los transportistas, en el reino, una tarifa míт­nima. Ellos, que yo sepa, aún no están utilizado el concepto, pero a lo que en verdad se están refiriendo es a un “ingreso míт­nimo”, un nivel de ingreso por debajo del cual ningún profesional del transporte deberíт­a situarse. Y, ¿cuál es el argumento del Gobierno? (en el fondo, del Estado): la imposibilidad de la legislación europea, una tarifa míт­nima, la cartelización de un servicio: un pacto de precios por la prestación del servicio.

Bien, se entiende: ¡Cárteles malos, feos, tontos! (y Trusts, pero de esos ya no habla nadie: se volverá a hablar, y no serán perseguidos, al contrario). Pero sigamos con el razonamiento, ¿saben lo que significa que estén prohibidas las fijaciones de tarifas míт­nimas?, pues que no hay líт­mite a lo que los precios pueden descender, es decir, no hay líт­mite inferior al que los ingresos pueden reducirse. Dependerá de enemil razones: de la productividad, de la competencia, de la oferta, de la demanda, de la necesidad de trabajar, de la lluvia matutina de primavera o de las tormentas de Agosto, de lo que quieran, pero esta huelga de transportes va a tener muchíт­sima más trascendencia que cualquier otra huelga (de transportes) habida en el pasado.

Esta reivindicación habida en el reino coincide en el tiempo con otras reivindicaciones que se están produciendo en otras latitudes, y con alzas de precios, y con problemas de suministro, y con todo lo que Uds. quieran añadir; pero, si resumimos todo eso que está sucediendo, lo que nos sale son ! problemas con los recursos y, ¿no son para la demanda sus ingresos otra cosa que los recursos que utiliza para cubrir sus necesidades?.

Una antigua alumna y amiga (subsector financiero) me hizo un comentario al texto que Uds. leyeron aquíт­ ayer (“Verdades o mentiras”) y me dijo que no, que el subsector del transporte no se halla eficientemente organizado en el reino, pero no sólo es eso, me dijo que “el problema de los recursos es un problema de todo el mundo, no sólo local”, y me contó una historia, esta:

“Un críт­tico gastronómico llega a comer a un restaurante italiano donde le han dicho que hacen la mejor salsa de tomate de Italia. Cuando se la sirven pregunta al chef dónde compra los tomates, porque, según teníт­a entendido eran los mejores de Italia y esa salsa no merecíт­a reconocimiento alguno. El chef le dio la dirección y el críт­tico se fue a ver al agricultor de tomates que le contó lo siguiente:

- Dejé de cultivarlos para sustituirlos por tulipanes que exporto a Holanda. Y un holandés me compra estos tulipanes. Él dejó de cultivar tulipanes para dedicarse al cultivo de tomates… Y me imagino que en la carretera se cruzará un camión lleno de tomates en dirección a Italia y otro con tulipanes con dirección a Holanda”.

Vienen tiempos duros en los que, a diferencia de lo sucedido hasta ahora, nadie (o muy pocas/os) van a tener nada garantizado, asegurado; es por todo eso que más arriba hemos dicho, claro, pero, en el fondo es porque faltan recursos y sobran factores. No, no es un líт­o, y no, tampoco quiero decir otra cosa. Piénsenlo, despacio, porque las conclusiones a las que se llega tienen consecuencias.

¡No, no!, alguien puede decir: en el reino, ayer, el Ibex, en USA, copio: “U.S. Economy: Retail Sales Increase Twice as Much as Forecast” (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=aLR7aMZhYq1k&refer=home). No hagan caso, de verdad: ya dijimos que esto sucederíт­a: el pueblo quiere -y necesita querer- que las cosas vayan bien: será el último Verano: hasta Noviembre, después !

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economíт­a IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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