Monsieur le Président
Santiago Niño Becerra - Viernes, 14 de Septiembre Gustará o no, pero hay que reconocer que Sarko es diferente.El pasado 30 de Agosto, el presidente de la República Francesa, M. Nicolas Sarkozy, pronunció un discurso en la Universidad de Verano que desde hace años organiza la patronal francesa, cuyos ecos se oirán durante largo tiempo.
¿De qué habló el Sr. Presidente?, pues de lo que viene. Dijo que Europa, o se protege, o va a sufrir mucho más de lo que ya está sufriendo por no estar protegida. Europa, dijo, debe instaurar una serie de mecanismos a fin de compensar los resorte protectores que otras economíÑ‚Âa llevan tiempo desarrollando. Y esa ausencia de protección tiene, para M. Sarcozy, un nombre propio: Euro. El euro, atestiguó, ha sido inflacionista; pero las demás divisas se hallan subvaloradas. Ese es un cocktail que, en ausencia de dispositivos que compensen los efectos del mismo, llevan a Europa hacia una zona altamente peligrosa.
Yo no asistíÑ‚Â a su intervención, pero, por lo que he leíÑ‚Âdo sobre la misma, con ser altamente interesante lo que Sarko dijo (digo “interesante”; no afirmo, ni niego, “verdadero”), pienso que lo verdaderamente interesante es que dijo lo que dijo, y que no dijo otras cosas.
Es muy ¿curioso? que el presidente de Francia diga esto ahora (¿recuerdan que hace unos díÑ‚Âas también analizamos aquíÑ‚Â cosas que dijo la Sra. Angela Merkel?), que lo diga ahora, pero no hace, por ejemplo, un año, cuando esa desprotección a la que hizo referencia era, de existir, idéntica a la que ahora, de ser, es. Y continúa siendo ¿curioso?, que, prácticamente coincidiendo en el tiempo con este discurso, el presidente galo haya encargado un estudio a un panel de expertos con el objetivo de analizar los frenos al crecimiento que, en su opinión, muestra la república.
Sin embargo, no es curioso que casi todos los males que para Europa pronostico M. Sarkozy, los vinculase con el euro, y no lo es porque echar la culpa a algo como el euro equivale culpabilizar de los problemas actuales de Palestina al dominio romano de la zona hace casi dos mil años.
Los problemas de Europa no son monetarios, los problemas de Europa, hoy, al igual que los de USA, los de Japón, o los de Guatemala, son sistémicos. La evolución histórica -económica, social, cultural- ha llevado al sistema a un lugar en el que el sistema ya no sirve para dar respuesta a los planteamientos a los que la evolución ha llevado; no es nada extraordinario: en la segunda mitad del siglo XVIII sucedió lo mismo, lo que pasa es que nos ha tocado vivirlo a nosotros.
Que el dólar, el yen, o el yuan se hallen subvalorados respecto al euro es, hoy, circunstancial, y lo es porque ya existe un mecanismo para luchar contra eso: la mejora de la productividad y, también, existe un complemento: la denuncia de las prácticas comerciales dudosas ante la OMC. Lo que sucede es que para mejorar la productividad se ha de poder y se ha de querer, y, además, se han de aceptar las consecuencias que su mejora tendrá; y Francia, ni puede, ni quiere, ni acepta. (España, menos aún; y no sonríÑ‚Âan).
Eso, la mejora de la productividad y la obtención de altíÑ‚Âsimos niveles de productividad, son dos de los elementos del nuevo sistema que ya está despuntando en el horizonte; es la “Nueva EconomíÑ‚Âa” que, cuando nació, ni se supo explicar ni se quiso comprender y que, a partir de ahora, va a tenerse que tragar. Pero eso choca frontalmente con el manual que machaconamente se está aplicando en el sistema actual, manual en el que hay un capíÑ‚Âtulo entero dedicado a las cuestiones monetarias.
Lo que M. Nicolas Sarkozy dijo en la Universidad de Verano de la patronal francesa es que vienen tiempos duríÑ‚Âsimos, que esos tiempos no se pueden evitar porque son inevitables, y que no se tiene ni puta idea de qué hacer para solventar lo que en ellos va a suceder; por eso habló de la sobrevaloración del euro respecto a otras divisas y del proteccionismo al que Francia -y todos, claro- nos dirigimos; no por nada, porque lo dice el manual.
Porque no se engañen, el Presidente de la República Francesa pertenece al grupo de los que saben que ya ha comenzado una debacle, lo que sucede es que hablar de debacles hace bajar puntos en las encuestas de opinión, y hablar del euro, al menos, mantiene las cotas de popularidad. Mañana, ¿quién sabe de lo que los políÑ‚Âticos -todos- tendrán que hablar mañana?.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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