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Santiago Niño Becerra - Martes, 16 de Junio Una lectora que reside en Galicia, una zona de las zonas lecheras del reino por antonomasia, me ha remitido un mail en el que, entre otras cosas dice:

”(...) la leche en Galicia un drama. Tengo unos primos ... endeudados hasta más no poder: deuda para la granja, deuda para la casa, deuda para adquirir cuota láctea,  deuda para maquinaria, deuda para vehículos y deuda para tren de vida ... y ahora, hace poco, hasta les han cortado le teléfono. Pinta mal la cosa”.


Con respecto a bienes como la leche están sucediendo tres fenómenos: 1) la oferta es superior a la demanda, aquí y a nivel europeo, 2) la intermediación / distribución subpaga el bien a la producción y sobrecobra al consumo, y 3) la mayoría de ellos se han convertido en commodities. Mientras no se aborden los tres fenómenos a la vez, es decir, de forma conjunta y coordinada, la situación se irá degradando y degradando hasta que sea una madeja impenetrable, máxime ahora que estamos a las puertas de lo que estamos.

Que entrar en esos temas tiene consecuencias políticas, evidentemente, pero les aseguro que, dentro de muy poco, no haber hecho nada tendrá un coste muy superior que el que habría ocasionado hacerlo. Aviso a los que navegan (que no por ello son navegantes).

Hace unos días, al acabar la clase, un alumno vino a hablar conmigo. Me comentó que su abuelo colabora con una ONG pero al estar hospitalizado, le había pedido que fuese a ordenarle sus papeles y que le comunicase si había algo urgente. Había ido aquella misma mañana y lo que se encontró, me dijo, fue lo siguiente: los únicos fondos de que disponía la ONG eran 2.000 euros que acababan de obtener de una entidad financiera que contribuye con la ONG en cuestión, euros que habían utilizado en adquirir aceite, harina y salchichas que había repartido entre los peticionarios de ayuda. No les quedaba ni un céntimo más y no tenían ni idea cuando podrían obtener más fondos.

Este, el de las ayudas a personas sin recursos, es un tema que se está eludiendo porque es feo, porque no da votos, y porque prácticamente ninguna de esas personas vota; pero es un tema que está ahí y que va a más, a mucho más. Esas personas no cortan carreteras, ni vías de circunvalación a ciudades, ni se manifiestan por centros históricos; es un colectivo silencioso, pero creciente. Está nutrido por inmigración desplazada, claro, pero no sólo, ni mucho menos. Es un problema que tenemos en casa y que, vuelvo a insistir, va a más. No hay peor enemigo que el que no tiene nada que perder, y esas personas cada vez tienen menos que perder.

A quienes corresponda: piensen en este tema y empiecen a diseñar una solución, ¿qué solución?, cualquier solución que se diseñe tiene que pasar, indefectiblemente, por la vía del subsidio a cambio de lo muy poco a que estas personas podrán contribuir, o a nada: en el fondo, fondo son oferta de trabajo, y ya sobra oferta de trabajo; es decir, es posible que en muchos casos acabe siendo un subsidio a cambio de nada; que saldrá de nuestros impuestos, sí. Y no se escandalicen: acabará siendo barato.

Insisto: que a quienes corresponda vayan pensado en este tema; es cuestión de meses que se convierta en un tema inaplazable.

Y la Señora Ministra de Economía: dice que hay que reducir la tasa de temporalidad de la población ocupada española sin abaratar el despido. Pienso que va a suceder justo lo contrario: la tasa de temporalidad tiende a aumentar. Ya se ha olvidado, pero el empleo temporal nació para que las empresas pudieran sacarse de encima, a un muy reducido coste, a los trabajadores que les sobraban. La evolución de la tasa de temporalidad española va pareja a la de la economía: 1982: 10%, 1987: 17,8%; ¿a qué se debió este incremento tan espectacular?, pues a la reforma laboral de 1984 que, entre otras cosas, permitía la contratación temporal sin causa que lo justificase; a partir de aquí, el delirio: en 1995 la tasa de temporalidad alcanza el 35%. La reforma de 1997 introduce una mínima indemnización a los contratados temporales en caso de despido, y la tasa se va reduciendo hasta el 32% en el 2004. Ya conocen el resto de la película.

La contratación temporal nació para lo que nació, ahora se ha convertido en un asunto políticamente incorrecto; se quiere pensar que abaratando el despido aumentará la demanda de trabajo, pero eso ya es falso y más lo será. Las empresas contratan a quienes necesitan; a medida que vayamos entrando en la crisis, la demanda de trabajo decrecerá, independientemente del coste que el despido tenga, y se despedirá al margen de lo que despedir cueste: bajar la persiana es muy barato. Durante los años más duros de la crisis el poco factor trabajo que se demande será por momentos concretos, por proyectos específicos, y el que empiece a demandase cuando empiece la recuperación será de iguales características porque se habrá visto que el sistema funciona, máxime en aquellas actividades susceptibles de automatización.

Pienso que lo que el Gobierno y la Señora Salgado deberían hacer es justo lo contrario a lo que dicen que van a hacer: deberían mejorar, estructurar, ordenar el trabajo temporal así como otro tipo de contratación olvidada: la que se ocupa del trabajo a tiempo parcial, voluntario, en gran medida, hasta ahora, forzado en gran número de empresas y de actividades mañana.

Y para inmediatamente después, los autónomos. ¿Sabían que entidades -financieras y no financieras- de reconocido prestigio están diciendo a personas con su licenciatura bajo el brazo que les interesan profesionalmente, pero que primero se hagan autónomos y luego ya empezarán a trabajar para la entidad en cuestión (nunca mejor dicho). Si la costumbre cunde quienes tienen un contrato temporal podrían reconvertirse en autónomos: la tasa de temporalidad, esa cosa tan fea bajaría, y como los autónomos no salen en ninguna estadística ...

Son sólo sugerencias, claro: yo ni quito ni pongo ley.

(Nissan. Volveremos a hablar de esta compañía: esta vez ni siquiera es la antepenúltima. Una de las cosas que en esa empresa han firmado el comité de los trabajadores y la dirección dentro de una de las varias opciones que se han puesto sobre la mesa en la negociación para la reducción de efectivos humanos que se va a llevar a cabo, es la reincorporación a la plantilla de Nissan de quienes a esa opción se hayan acogido, en las mismas condiciones laborales que actualmente tienen y en algún momento comprendido entre ahora y el 1 de Abril del 2012. Cuando leí la noticia repetí la fecha mentalmente muy despacio: el-uno-de-Abril-del-2012: ¿cómo serán las cosas en esa fecha?. En términos de PIB ya habremos caído todo lo que con la crisis teníamos que caer y ya se estará oliendo el estancamiento que llegará después. Sinceramente, me maravilla que alguien, máxime en un subsector como el del automóvil, pueda hacer planes para mediados del 2012, en este caso simplemente por un motivo: ¿existirán en ese año las instalaciones que Nissan tiene ahora en España?).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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