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¿Por qué se pretende inventar lo que no se puede inventar?

Santiago Niño Becerra - Lunes, 15 de Diciembre Aquí, en el anterior ciclo político, cuando estaba en el Gobierno el que ahora es el principal partido de la oposición, se hizo creer a la ciudadanía que todo iba bien porque todo se estaba haciendo bien. El "España va bien", a pesar de todo lo que ha sido caricaturizado, no era más que el reflejo de una realidad tan cierta como que la lluvia moja el pavimento de una ciudad: España iba bien porque las cosas se hacían siguiendo unos parámetros perfectamente prefijados, y se hacían con la precisión de un reloj suizo. ¿Las consecuencias de aquel proceder?, ¿y quien demonios pensaba en las consecuencias?: no tocaba, entonces, pensar en las consecuencias.

En el actual ciclo político cambiaron las personas pero los parámetros continuaron siendo los mismos, de ahí el “España va más que bien”: no era una exageración: era más de lo mismo, y continuó sucediendo lo mismo: el PIB siguió aumentando, la población ocupada creciendo, el consumo subiendo, .la recaudación fiscal ascendiendo. De nuevo: las dichosas consecuencias: tampoco había en esos momentos que preocuparse por las consecuencias.

Bien. Todo eso acabó, ahora hay que desandar el camino, el problema es que no se está desandando: nos estamos derrumbando, y en ese derrumbe están sucediendo cosas preocupantes, mucho, porque esas cosas sugieren que ya no tenemos nada en el almacén de recambios (¿o deberíamos decir en la caja de las sorpresas?).

El presidente del Gobierno del Reino de España ha realizado unas manifestaciones que dan que pensar (¡ojo!: no las estoy criticando): ha dado a entender que no se cree lo que dice el FMI en su último preinforme sobre la economía española (al que me refiero hoy en este mismo sitio); a la vez, el Señor Rodríguez Zapatero confía en que las medidas que se están tomando acabarán revirtiendo la situación y contribuirán a solventar la crisis. (“Confiar”: “Esperar con firmeza y seguridad” (RAE). Huy, huy)

Como nota al pie antes de ir a más. Mutismo absoluto del principal partido de la oposición exceptuando sus consabidas recetas de “menos-impuestos-más-flexibilidad laboral”; incredulidad del Gobierno ante las malas perspectivas del FMI pero aquiescencia cuando el mismo organismo decía que la economía española iba viento en popa; sensación de que la “solución está en el viento”, de que “se está a la espera”: se hacen cosas: funcionarán.

Continuamos. En Europa sucede algo parecido: la cumbre de líderes en Bruselas. Se empeñan en hacer ver, se afanan en que creamos que es posible “impulsar la economía europea”. Mañana, tal vez mañana; ahora, ¿es posible salvarla?. (¿Aprecian la diferencia?: “impulsar”: dar un empuje a algo; “salvar”: librar de un riesgo. Se está pensando en el postre y no sabemos si tendremos sopa, calentita, claro: hace frío).

Pienso que Europa, la idea “Europa”, tiene que apagarse, voluntariamente, conscientemente, temporalmente: ponerla en stand by, antes de que se derrumbe, hibernarla antes de que muera. Cuando la idea “Europa” nació todo iba a más, y esa idea contribuyó a ir a más, y el ir a más alimentó la idea “Europa”; ¡la misma idea “Europa” es expansiva!. Ahora estamos yendo a menos, vamos a menos, y estamos ante una crisis sistémica. Si se sigue adelante con la idea “Europa”, saltará hecha añicos: hay problemas en cada casa, ¿es momento de pensar en los problemas comunes?; puede que sí, puede, pero ... es tan humano pensar en lo propio cuando el objetivo es la supervivencia ...

(Me permitirán que por una vez me ponga un poco sentimental, ¿verdad?. Me ha dolido especialmente el cierre de El Caserío. Mejor que muchos entiendo que era totalmente lógico en la lógica que desde hace tres décadas ha adoptado nuestro sistema, sin embargo me ha dolido. Los quesitos de El Caserío me hacen retroceder a mi niñez, a aquella época en que las miniporciones cúbicas de “La vache qui rit” era intocables porque eran de importación, a merienda de cole, a fragmentos de “papel de plata” adheridos a los dedos, a la primera infancia de mi hijo. Les aseguro que me dio mal rollo cuando, en 1992, la empresa familiar fue adquirida por Kraft, mal rollo sentimental. Y, bueno, ha pasado lo que tenía que pasar, pero lo siento. ¿El epitafio por un quesito?, bueno, si quieren verlo así ...).

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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