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¿Qué hay realmente detrás de la caída de Europa? Es la tasa de natalidad, stupid!!

Carlos Montero - Jueves, 07 de Junio

Las manifestaciones de los desempleados, ahora algo normal en Madrid y otras capitales de los países del sur devastados por el deterioro económico, culpan a la austeridad y a los recortes presupuestarios de su actual crisis nacional. Pero a más largo plazo, la mayor amenaza para la Unión Europea tiene menos que ver con la política de los gobiernos y más con lo que no sucede en el dormitorio.

En particular, el desastre económico del sur de Europa es a la vez un reflejo - y en gran parte una causa - del declive demográfico que, si no se invierte un poco, lo único que garantiza es un deterioro continuo de todo el continente, señala Joel Kotkin en un interesante artículo en la prestigiosa revista Forbes. Durante décadas, los países más ricos de los países del norte, sobre todo Alemania, han compensado las muy bajas tasas de fecundidad y la disminución de la demanda interna con la llegada de inmigrantes, sobre todo de Europa oriental y meridional, y la creación de economías de orientación exportadora altamente productivas.

Por el contrario, el llamado Club Med - los países Grecia, Italia, Portugal y España - no han desarrollado unas fuertes economías que compensen su desvanecimiento demográfico. España fue una economía estrella dentro de Europa, impulsada en gran parte por la especulación inmobiliaria y la creciente integración con el resto de la UE. Hace seis años, España construía más del 50% que las casas que se construían en EEUU, aunque tiene un 85% menos de población. Alrededor de seis millones de inmigrantes vinieron a trabajar en el auge económico, incluso aunque entre el 7-8 por ciento de los españoles estaban en el desempleo.

Cuando la burbuja inmobiliaria estalló, tan solo quedó una industria productiva limitada para llenar el vacío. El crédito al sector privado ha caído durante unos nada despreciables dieciocho meses consecutivos, mientras que la producción industrial ha caído en picado un 7,5 por ciento sólo en marzo. La tasa de desempleo se ha disparado a más del 23 por ciento, más del doble de la media de la UE. El desempleo entre los menores de 25 años en España y en Grecia ya llega a más del cincuenta por ciento.

Después de décadas de expansión, incluso la moda de las grandes ciudades españolas está llena de tiendas vacías y grafitis en todas partes, y muchos jóvenes se pueden ver en medio de la calle en los días laborables.

Un cambio de valores

Los economistas tienden a explicar este descenso en términos de déficits presupuestarios y un fracaso en la competitividad, pero algunos españoles creen que la causa principal está en otra parte. Alejandro Macarrón Larumbe, un consultor de Madrid y autor del libro, El suicidio demográfico de España, dice que la caída de hoy se debe "casi todo por un cambio de valores."

Hace una generación, España acababa de salir de su época franquista, un país fuertemente católico con una de las tasas de natalidad más altas de Europa, cuatro hijos por mujer en 1960 y casi tres en 1975-1976. Entonces no había divorcio y la anticoncepción no estaba permitida." Durante la década de los ochenta muchas cosas cambiaron, ya que los jóvenes españoles consiguieron una mayor educación, las oportunidades económicas para las mujeres se ampliaron y se afianzó la libertad política.

Sin embargo, la modernización exige su costo social. La institución de la familia, una vez dominante en España, perdió su primacía. "Las prioridades para la mayoría de las mujeres jóvenes y de mediana edad (y de los hombres) son su carrera, la creación de riqueza, la compra de una casa, divertirse, viajar, y no incurrir en la carga de muchos niños", observa Macarrón. Muchos, al igual que en el norte de Europa, desestimó por completo el matrimonio, aunque la población es mayor de lo que era en 1975, el número de matrimonios ha disminuido de 270.000 a 170.000 al año.

Caída de los nacimientos, caída de fortunas

Ahora España, al igual que gran parte de la UE, se enfrenta a las consecuencias demográficas. Los resultados han sido transformadores. En medio siglo la tasa de fecundidad en España ha caído más del 50% a 1,4 hijos por mujer, uno de los más bajos no sólo en Europa, sino también el mundo, y muy por debajo de la tasa 2,1 necesaria simplemente para reemplazar la población actual. Más recientemente, la tasa ha disminuido aún más, por lo menos un 5 por ciento.

En esencia, España y otros países mediterráneos han adoptado los valores liberales del norte de Europa, y sus bajas tasas de natalidad, pero lo hizo sin pagar por ello. Se puede pagar el bienestar que existe en el norte de Europa si las empresas y la mano de obra son altamente cualificadas y productivas. Sin embargo, España, Italia, Grecia y Portugal no tienen ese tipo de industria productiva. Gran parte del crecimiento en España provino del sector inmobiliario y el turismo. El desarrollo de la infraestructura fue financiada por la UE y dependemos cada vez más de los inversores extranjeros.

A diferencia de Suecia o Alemania, España no puede contar ahora con los inmigrantes para frenar su declive demográfico y económico. Aunque 450.000 personas, principalmente de países musulmanes, siguen llegando cada año, más de 580.000 españoles se van a otros lugares - muchos de ellos al norte de Europa y algunos a los lugares tradicionales de inmigración, como América Latina. Alemania, que necesita 200.000 inmigrantes al año para mantener la actividad en sus fábricas, se ha convertido en un destino preferido.

Disminución de la población

Como resultado, España podría ser uno de los primeros grandes países de la UE en ver una caída real de la población. El Instituto Nacional de Estadística (INE) prevé que el país pierda un millón de habitantes en la próxima década, una tendencia que va a empeorar a medida que la generación del baby boom comience a fallecer. La población de 47 millones caerá otros dos millones en el año 2021. Para 2060, de acuerdo con Macarrón, España será el hogar de apenas 35 millones de personas.

Esta caída de la población y la emigración de los jóvenes, significa que en España habrá cada vez más jubilados en relación con las personas que trabajan. Esta "tasa de dependencia", según el INE, crecerá en un 57% para el año 2021, habrá seis personas, ya sea jubilados o estudiando por cada persona que trabaja.

Si España y otros países mediterráneos no pueden pagar ahora sus cuentas, las tendencias actuales sugieren que en el futuro serán cada vez más incapaces de hacerlo. Como señala Macarrón, un electorado más viejo hará menos probable para los gobiernos un recorte de las pensiones, una rebaja de impuestos y otros movimientos que impulsen el crecimiento del sector privado. Los votantes mayores de 60 años ya son el treinta por ciento del electorado frente al 22 por ciento de 1977. En el año 2050 serán mayoría.

Sin un cambio importante en las políticas que favorezcan a las familias en políticas de vivienda o de impuestos, y un resurgimiento inesperado de interés en el matrimonio y los hijos, España y el resto del arco mediterráneo se enfrentan a unas sombrías perspectivas como la experimentada en los siglos 17 y 18, cuando estas grandes naciones perdieron su estatus de potencias mundiales.

Mucho antes de que eso ocurra, la insensatez del Mediterráneo podría conducir al resto de Europa, y tal vez incluso al mundo, a otra recesión catastrófica.

Fuentes: Joel Kotkin (Forbes)




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