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Que la Fed provoque el derrumbe de los mercados financieros es un temor infundado

Carlos Montero - Lunes, 30 de Agosto

Existe un amplio acuerdo entre los analistas financieros que a finales de este año o principios del próximo la Reserva Federal de EE.UU. iniciará la retirada de estímulos de inyección monetaria, y que la primera subida de los tipos de interés se produciría en algún momento de 2022. También es generalizado el miedo de que este nuevo escenario de política monetaria provoque un derrumbe en los mercados financieros dada su alta valoración. Bien, pues según el especialista Guillermo Barba, opinión que compartimos, esta presunción es un error. Veamos por qué:

Iniciemos por decir lo obvio: no es descartable que de cumplirse las expectativas aludidas arriba, sobre todo de cara a la siguiente reunión del Comité de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) de la Fed el 21 y 22 de septiembre, sí podamos ver mayor volatilidad (caídas) en las bolsas de valores, divisas, metales preciosos, materias primas y hasta criptomonedas. Es normal que haya este tipo de correcciones más o menos fuertes, pues en el corto plazo son los sentimientos y las emociones las que mueven las decisiones de los inversionistas.

Sin embargo, una óptica más realista y objetiva nos hace ver que incluso si comienza un retiro paulatino y programado de las compras de activos de la Fed – que hoy alcanzan los 120 mil millones de dólares totales al mes-, ese banco central seguirá inyectando todavía una gran liquidez por lo menos durante el próximo año. En ese lapso cualquier signo de debilidad económica pospondría o cancelaría cualquier reducción adicional del estímulo.

Por si fuera poco, aun y cuando el FOMC optara por comenzar a escalar los tipos de interés en 2022, no lo hará en más de 25 puntos base (0.25 puntos porcentuales) cada vez por temor a apretar demasiado.

Pero vayamos más allá todavía: con un índice de precios al consumidor que reportó una inflación anual acumulada a julio pasado de 5.4 por ciento en Estados Unidos, y al mismo mes una inflación subyacente anual (excluye energía y alimentos) de 4.3 por ciento, queda más que claro que en términos reales, las tasas de interés están muy lejos de compensar el alza de precios. Es decir, tenemos rendimientos reales negativos, y no desde hace poco.

En el gráfico siguiente podemos apreciar que la tasa de fondos federales ha sido negativa en términos reales desde 2008, y que el rendimiento real de los bonos del Tesoro a 10 años también es negativo cuando menos desde 2020. Con la subida de inflación este año los rendimientos reales se han desplomado más aún al mes de julio.

Tras la crisis global por la pandemia de Covid-19, los choques de oferta sumados a los históricos estímulos de gasto y crédito que se han lanzado en todo el planeta, han predispuesto una inflación elevada que no se marchará pronto.

En este sentido, es evidente que incluso aunque llegase una todavía lejana alza de tasas de interés a cargo de la Fed – y de otros bancos centrales-, las subidas para empezar serán tan incipientes (25 pb) que podemos dar por hecho que los tipos continuarán siendo negativos en términos reales durante mucho tiempo más.

Algunas proyecciones de especialistas estiman que las tasas reales negativas podrían permanecer así durante los próximos 10 años.

Así que si bien pronto se especulará mucho sobre una “caída bursátil” que se aproxima, lo cierto es que – en caso de ocurrir-, los temores se disiparán pronto y habrá un rebote muy rápido que seguro seguirá impulsando a los índices bursátiles hacia nuevos récords.

Podemos esperar lo mismo para los mercados del oro, la plata, las materias primas, bitcoin y criptomonedas.

La lección es muy clara: el indicador a seguir para la toma de decisiones son las tasas reales, no las nominales.

Los rendimientos reales negativos son responsables de que la tendencia alcista de largo plazo sea más que evidente en activos tangibles (bienes de capital, bienes raíces, obras de arte, artículos de lujo, etc.), activos financieros (bonos de deuda, acciones, divisas, etc.), metales preciosos monetarios (oro y plata), activos virtuales (bitcoin y criptomonedas), entre otros, cuya escalada supera en varios múltiplos a la de los índices de precios al consumidor.

Es ahí donde se está expresando la histórica inflación monetaria de los bancos centrales, y pese a las especulaciones “cortoplacistas”, seguirán siendo las inversiones de oportunidad a buscar y tener durante los próximos años.

Fuente: Propia - Guillermo Barba




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