La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Si compras alta calidad, aunque sea cara, tendrás una rentabilidad de alta calidad

Carlos Montero - Martes, 01 de Octubre

Muchas veces me preguntan en las reuniones con inversores cuál es mi estratega de inversión preferida: ¿Es usted un inversor técnico, un inversor valor, un inversor de flujos...? Mi respuesta es que simplemente soy un inversor, y que utilizo todos aquellos instrumentos que maximicen la probabilidad de tener beneficio. Ahora bien, tengo que reconocer que en los últimos años la gestión patrimonial se ha vuelto cada vez más complicada. El análisis técnico, hace años con una tasa de acierto operativo muy alta, ya no funciona. Está tan extendido, que los grandes inversores utilizan las señales técnicas para operar a la contra: Venden en roturas de resistencias, o compran en roturas de soportes. 

Sin embargo, y a pesar de que en la última década no ha tenido el resultado esperado, la inversión fundamental sigue siendo a mi entender la estrategia idónea para poder sobrevivir a los mercados, que no es poco. 

Hace unos días, el anallista Safal Niveshak afirmaba al respecto:

Los alcistas pueden querer que creas esto, pero ninguna acción es segura. Hay negocios que pueden seguir siendo buenos (obtener un retorno sobre el capital mayor que el costo del capital) durante algún tiempo, tal vez mucho tiempo, pero no debe atribuirles valores infinitos.

Esto se debe a que los altos rendimientos atraen a la competencia, generalmente causando que el retorno del capital se mueva hacia el costo del capital. Si bien dichas compañías pueden seguir obteniendo retornos positivos, la tendencia será a la baja.

Todo en este mundo es momentáneo. Por lo tanto, su mejor apuesta es quedarse con la calidad. Lo bueno de las acciones de alta calidad es que se puede pagar caras, y lo seguirán haciendo bien mientras que sus negocios subyacentes siguan siendo buenos.

Invertir en mala calidad, lo más probable, es que no tengas esperanza.

Como dice Charlie Munger:

A largo plazo, es difícil para una acción obtener un rendimiento mucho mejor que el negocio que subyace. Si el negocio gana un seis por ciento en capital durante cuarenta años y lo mantiene durante esos cuarenta años, no obtendrá un rendimiento muy diferente al seis por ciento, incluso si originalmente lo compra con un gran descuento. Por el contrario, si una empresa gana dieciocho por ciento en capital durante veinte o treinta años, incluso si pagas un precio caro, terminarás con un resultado increíble.




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