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Sobrecualificación. PGE 11. “Fusiones”. Macedonia de frutas Ѣ€“ 1

Santiago Niño Becerra - Jueves, 21 de Octubre En el reportaje por entregas que a mediados de Septiembre publicó El País y cuya lectura les recomendé, en una de sus entregas, concretamente en la del día 23 se hace referencia un concepto absolutamente brutal: "sobrecualificación".ilustración

Pocas explicaciones son necesarias ante tal vocablo: exceso de cualificación: demasiada cualificación, cualificación excesiva, ... y sus derivaciones: formación excedente, sobreformación, ... ¡Tremendo!. “Sabe, no voy a contratarle porque tiene Ud. una cualificación excesiva para el puesto, y como las condiciones laborales y profesionales de este puesto son las que son en base al puesto, Ud., a la que encuentre otra cosa más en línea con su cualificación se va a largar”. No se dice eso exactamente así, pero casi.

Aquellas/os de Uds. que oigan los martes de 18:00 h a 19:00 h el programa de la Cadena SER “La Ventana” saben que no es extraño que telefoneen personas desempleadas describiendo situaciones muy semejantes a la descrita y en las que se han visto inmersas. Eso sucede, más de lo que creemos, la pregunta es, ¿por qué se dan estas situaciones?.

En España, fundamentalmente desde principios de los 80, se han dado dos situaciones que han acabado por excluirse mutuamente. Por un lado un creciente número de personas, sobre todo jóvenes, se han ido incorporando al modelo educativo superior, un número mucho más elevado que al que hasta entonces al sistema educativo se incorporaba; por otro, la demanda de trabajo fue ofertando empleos de mayor cualificación.

Que el nivel formativo fuese aumentando y el hecho de que el número de personas cualificadas creciese fue altamente positivo, el problema es que creció desequilibradamente: mucho menos en titulaciones medias con alto contenido técnico y práctico que en titulaciones de alto nivel en las que abundaban los contenidos teóricos y menos prácticos; ello comenzó, muy rápidamente, a entrar en conflicto con la demanda de los empleadores: necesitaban más personas con formación en mecánica, por ejemplo, y menos con personas con cualificación en ciencias del mar, por poner otro ejemplo.

A lo anterior se añadió una doble circunstancia perversa del modelo económico español. Históricamente España ha sido muy parca a la hora de absorber factor trabajo, la prueba la tenemos en la discontinuidad del empleo en amplias zonas de España y las altísimas tasas de emigración, tanto interior como exterior que se han producido en el territorio desde el siglo XVIII y que han llevado a que, según las épocas, y en función de los lugares de que hablemos, haya sido, siempre, bastante difícil “encontrar trabajo”. (¿Antecedentes?: la elevadísima tasa de temporalidad hoy no es más que la versión actualizada de aquellos jornaleros que acudían a la plaza del pueblo o a las plazas de las ciudades cada día al amanecer con la esperanza de ser contratados).

Lo que está indicando una tasa de desempleo del 20,09% (sin subempleo): España a 30 de Junio, es que el modelo productivo no precisa de toda la población activa existente (el hecho de que de esos 4,6 millones de personas desempleadas dos sean inmigrantes no influye para nada en lo que estamos comentando: están aquí porque se les trajo, luego son desempleados de aquí); si a eso se añade el que gran parte de esas personas son cualificadas, y algunas muy cualificadas, la primera conclusión es la de que la demanda de trabajo en España no precisa de parte de la población activa independientemente de su nivel de cualificación.

La segunda es que el modelo productivo del reino tampoco precisa de todas/os las/los trabajadoras/es sin cualificación que integran la oferta de trabajo, de hecho, y en proporción, la tasa de desempleo es más elevada entre quienes su nivel de cualificación es poco elevado o nulo.

Es decir, el modelo productivo español no es capaz de absorber toda la población activa española independientemente de que las personas que la componen sean cualificadas o no lo sean, la única posibilidad es que las necesiten de forma temporal, y ni siquiera a todas aunque sea de forma discontinua. En resumen, el problema del desempleo del factor trabajo en España es más un problema de exceso de población que de nivel de cualificación de esa población, lo es y lo ha sido en otros momentos de la Historia, lo que es algo verdaderamente preocupante, porque, ¿cómo hacer para que el modelo necesite a más personas?: construyendo más viviendas, vendiendo más cerveza en chiringuitos de playa, ensamblando más automóviles, limpiando más habitaciones de hotel, unos caminos hoy cerrados (y, en realidad, ni aún así: cuando “España iba requetebien” la tasa de paro ronzaba el 8%).

Sobrecualificación, si, pero, en el mejor de muchos casos, subempleo: la persona titulada, cualificada, que es empleada sabiendo que no va a utilizar sus conocimientos porque en el puesto de trabajo que va a ocupar no los va a necesitar; o, en otros explotación: la joven o el joven que sí es contratada o contratado en un puesto que sí va a precisar de los conocimientos adquiridos pero que va a ser subremunerado porque “si tú no quieres ahí fuera hay muchas/os que van a estar dispuestas/os”.

¿Quién tiene la culpa de esta situación?, todos, y aquí incluyo a como se ha ido construyendo la Historia de España, pero pienso que sobre todo, el Estado, mejor dicho, los Estados. Los Estados no han coordinado listas de necesidades profesionales a diez años vista ni cada Estado no se ha ocupado, verdaderamente, de orientar a sus ciudadanías, a sus jóvenes, a las familias de esos jóvenes, sobre las necesidades de la demanda de trabajo, algo a lo que tampoco han colaborado excesivamente las empresas exponiendo la proyección de sus respectivos requerimientos. Ya, ya, aún haciendo eso tan sólo se hubiese incidido en una parte del problema: el exceso de población hubiese continuado existiendo. Bien, y, ¿cómo se aborda este problema?.

Los presupuestos que cada año elaboran los Estados pueden servir (es deseable que así sea) para corregir carencias en el empleo, entonces, ¿abordan esta cuestión convenientemente los que en estos meses está elaborando el Gobierno del Reino de España?. Mi respuesta: pienso que no. (En los presupuestos del próximo año la respuesta, en gran parte, la dará Bruselas: cuando los presupuestos de los Estados miembros de la UE tengan que pasar censura).

(El Fondo: perspectivas económicas regionales del hemisferio occidental: http://www.imf.org/external/np/sec/pr/2010/pr10389.htm y vayan mirando. Europa, pero España más, tiene margen para crear empleo: ¿ocupando a ingenieros de caminos como diseñadores y pagándoles 1.200 Ñ¢”šÂ¬/mes?, ¿contratando a tiempo parcial -contra su voluntad y habiendo trabajo de sobra- a diplomadas/os en magisterio?. Se sigue con lo mismo: “flexibilización” = “ocupación”, ¡y no, no, y no!. Se ocupa alguien que es necesaria/o, se contrata a alguien que se necesita; el subempleo no es una ocupación, es una subocupación, claro que si lo que se busca es un “efecto estadístico”: “Hemos bajado el paro en un X%” ...).

(http://www.bloomberg.com/news/2010-10-20/osborne-pledges-8-billion-reduction-in-u-k-debt-costs-amid-spending-cuts.html: que nadie se equivoque ni lea mal el mensaje: no sobrann ‘funcionarios’ lo que sucede es que no hay fondos, ni para continuar financiando en su totalidad lo que estas personas hacían ni para seguir pagando a estos trabajadores. Este es el verdadero mensaje: vamos a menos: la crisis es sistémica: el estado de bienestar en el que le Economía estaba instalada se halla en retroceso, y el modelo de protección social -que no es lo mismo- obviamente, también. Surgirá la pregunta: ¿valía la pena inyectar en el Royal Bank of Scotland 100 mM, por ejemplo, para caer en un déficit que supusiese la eliminación de 530 m empleos públicos (el Martes, 40 m más en Defensa). Aquello, con el manual aún en uso, fue inevitable, esto, con el mismo manual también. Ya no sirve el manual: es una crisis sistémica, pero aún no toca admitirlo).

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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