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Sociedad

Santiago Niño Becerra - Martes, 07 de Febrero

Hace unos días recibí un mail:

“Soy (nombre de persona), un humilde ciudadano de esta jungla que llamamos sociedad. 

Tengo 33 años, soy licenciado e ingeniero y tengo unas curiosidades en los temas que habitualmente tratas en tus tertulias radiofónicas y ensayos que publicas. Tengo que reconocer que esto de la macroeconomía e incluso la microeconomía me resulta muy difícil de entender.  

Considero que me encuentro informado de los temas económicos de la actualidad y que por mi formación en ingeniería tengo ciertas nociones de económica, pero aun así necesito y creo que la sociedad necesita de expertos como usted que nos expliquen, con palabras llanas, que está pasando en este mundo loco.

Le escribo porque me parece que ya es hora, después de muchos años, que me comunique con aquellas personas que me aportan cosas muy importantes en mi vida, conocimiento, pensamiento crítico y sobre todo apertura de miras. Por todo esto le agradezco su contribución a la sociedad.

Le he escuchado en la SER y he estado recapacitando sobre algo que evidentemente conozco pero que no pensaba que estaba tan cerca. Hablo sobre la capacidad productiva de esta sociedad inmersa en la tecnología y a la vez la pérdida de necesidad de mano de obra debido a esta implementación tecnológica.  

Le he entendido que dentro de pocos años, la tecnología permitirá una alta productividad con un mínimo uso de mano de obra, lo que implica que una parte importante de la sociedad deje de ser un recurso productivo necesario.

Ante esta vicisitud, parece que la opción pasa por la renta básica que permita a la sociedad mantener unos mínimos básicos.

Bajo estas premisas, le pregunto. El modelo al que nos enfrentamos de unas tasas altas de paro debido al aumento de la implantación de la tecnología, ¿la única alternativa viable es la renta básica? En este modelo de sociedad, ¿veremos a una parte importante trabajadora y a otra que vive de dicha renta? ¿Se contemplan o se conocen que efectos psicológicos le puede repercutir tal situación a la sociedad?”

Mi respuesta:

“Sugerencia: lea http://lacartadelabolsa.com/leer/articulo/circulo_vicioso)

La suya:

“Muy interesante el Artículo, pero como siempre está ocurriendo en los últimos años, se habla, se comenta y se observa, con indiferencia, el final de un modelo económico que no dejamos de apoyar. ¿Es la condición humana la que nos impide verlo? ¿son otros los motivos por lo que no queremos salir de nuestro estado de confort? Yo no lo sé, pero si tengo clara que seré uno de tantos que sufra la inhalación del sistema del capitalismo actual.

¿Qué podemos exigir? Bajo mi punto de vista, un Gobierno que le preocupe por el tema y que se haga escuchar en Europa. El problema que nuestro Gobierno representa España, y no Alemania”

La mía:

“Se defiende ese modelo ya agotado porque es el conocido y porque da seguridad, y porque se recuerdan los años anteriores al inicio de la crisis que fueron un paroxismo ilógico pero inevitable. Y porque, aunque no se diga, se sabe que lo que está llegando: en el nuevo modelo que sustituirá al que se está muriendo en la crisis se vivirá peor que en el de ayer y todo será menos seguro. El sistema continúa su curso, su evolución: ahora toca la productividad.

¿Exigir? Nada porque el 99,9999% de la población no significa nada ni desempeña ningún papel relevante en la sociedad. España no es líder en nada, al menos en nada significativo, y como volumen tan sólo representa el 2% del PIB del planeta. Y Alemania, no crea, tiene problemas externos enormes: el 40% de su PIB son exportaciones (¿qué pasará en su economía si desde fuera le compran menos) e internos: cuatro Estados sostienen toda la economía. Nadie está al margen de las implicaciones de los cambios que se están produciendo”.

Nadie está al margen.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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