La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Terminaremos analizando el consumo de cacahuetes para prever que hace la bolsa

Carlos Montero - Martes, 01 de Julio

Este fin de semana me reuní de una manera informal con varios gestores profesionales españoles. Entre un “qué tal los niños”, y un “qué tenéis planeado para las vacaciones”, comentamos nuestras opiniones sobre la situación actual de los mercados.

No me sorprendió que la mayoría fueran positivos con la renta variable -no tanto con la renta fija. Pero este no sería motivo para un artículo en estas páginas. Sin embargo, lo que sí me llamó la atención fue la cantidad de correlaciones financieras que argumentaron para defender sus posiciones.

Algunos gestores hablaron sobre la evolución de la curva de tipos señalando que mientras no hubiera inversión no había nada que temer en las bolsas Otros añadían que los indicadores económicos adelantados sugerían ralentización, por lo que podríamos asistir en breve a una corrección de cierta importancia. Otros más traían encuestas de posicionamiento inversor que reflejaban claramente el elevado nivel de liquidez en las carteras, que apoyaría cualquier corrección de entidad. En fin, una orgía de datos y variables económicas, que desconcertantemente, terminaban contradiciéndose unas a otras.

Hemos hablado en otras ocasiones del exceso de información financiera que hay en la actualidad. Innumerables datos macro y microeconómicos, indicadores de última generación, análisis de flujo, técnicos, gráficos, cuantitativos, fundamentales…en principio destinados a aclarar la operativa de los inversores, pero que precisamente producen el efecto contrario.

Soy contrario a dar excesiva importancia a todos estos datos. Recuerdo que un compañero de profesión me decía hace muchos años que la bolsa era básicamente aleatoria, y que los profesionales no podíamos decir públicamente esto porque dejaría sin sentido nuestra labor.

Ahora se ha puesto de moda los análisis de patrones y correlación entre dos variables. Es decir, si la correlación entre un indicador X con la evolución de la bolsa es superior al 0,90 (un alto grado), entonces nuestro modelo operativo tiene que incluir dicha variable. En principio este planteamiento parecería razonable, pero si profundizamos un poco más nos daremos cuenta que podemos incluir en nuestros modelos financieros de decisión la cantidad de comida para niños que se vende en EE.UU., dado que la correlación podría ser casi perfecta.

Este parecería un caso extremo pero no lo es. Los analistas de Tyler Vigen han descubierto correlaciones casi perfectas entre variables que nada tienen que ver, y cuya comparativa es ridícula. Veamos algunos ejemplos para que lo comprueben por ustedes mismos:

- Gastos en ciencia y tecnología en EE.UU. vs suicidios por ahorcamiento y estrangulación

Correlación: 0,9920

- Tasa de divorcios en Maine vs consumo per cápita de margarina

Correlación: 0,9925

- Producción de miel por parte de las colonias de abejas en EE.UU. vs arrestos juveniles por posesión de marihuana

Correlación: -0,9333

- Consumo per cápita de queso mozzarella frente doctorados de ingeniería civil

Correlación: 0,9586

- Importación de petróleo de EE.UU. desde Noruega vs accidentes automovilísticos por choque con un tren

Correlación: 0,9545

Podríamos seguir.

Con estas correlaciones ridículas pero casi perfectas, quiero hacer ver que hay que poner en cuestión, cuanto menos, todos esos argumentos financieros que nos indican con cierta vehemencia que las bolsas deben comportarse de tal o cual manera de aquí en el futuro porque esta o la otra variable así lo anticipan.

Es tal el número de variables que intervienen en la evolución de los mercados, que cada vez son más los intervinientes que empiezan a pensar que aunque no son aleatorios, son prácticamente impredecibles. Yo no estoy aún en ese grupo, pero no puedo asegurar que no lo estaré en el futuro.




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