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The game is over

Santiago Niño Becerra - Lunes, 06 de Abril

El título me lo ha sugerido un lector que me remitió un mail en el que se incluía este link

Hemos abordado en diferentes ocasiones el tema de la caída de demanda de trabajo como causa de la entrada de la tecnología en el mundo productivo y como consecuencia de los cambios organizativos hacia una mayor eficiencia que tal entrada comporta, en esta línea ya he sugerido en innumerables ocasiones la lectura de ‘El fin del trabajo’ de Jeremy Rifkin (Paidós 1996), pero ahora, pienso, ya se ha dado un paso más.

La intervención de Bill Gates en Washington citada en el texto linkado, una de cuyos párrafos recojo y analizo en mi último libro ‘La Economía. Una Historia muy personal’, no sólo va en esa dirección, sino que profundiza en la misma dando un paso más allá y eliminando toda posibilidad de marcha atrás. Dijo Bill Gates:

“El software de sustitución, ya sea para conductores o camareros o enfermeras está progresando. (…) La tecnología con el tiempo reducirá la demanda de puestos de trabajo, especialmente para aquellas habilidades más sencillas y básicas. (...) Dentro de veinte años, la demanda de mano de obra para un montón de habilidades será sustancialmente menor. No creo que la gente tenga esto asumido”.

Es decir, ya no se trata de un robot que extraiga mineral o una máquina que conduzca un suburbano, estamos hablando de tecnología realizadora de tareas complejas o simples capaz de aprender por si misma; una tecnología realizadora de tareas complejas o simples porque la reducción del precio de dicha tecnología junto con su creciente sofisticación supone unas necesidades decrecientes de factor trabajo tanto cuantitativas como cualitativas.

Y sí, la automatización y el uso creciente de la tecnología supone profundizar en la desigualdad, porque la tecnología … ¡es capital!; y el capital tiende a concentrarse en el Sistema Capitalista –es una de sus leyes inexorables– lo que supone que los rendimientos de ese capital, sean rentas salariales o beneficios empresariales, tienden a concentrarse en los poseedores de la tecnología y en los pocos cerebros que intervengan en su diseño y perfeccionamiento: los insiders.

Y no: detener la evolución y la implementación tecnológica es im-po-si-ble, porque el humano siempre tiende a ir hacia adelante, y la tecnología no es el problema, al revés: resuelve muchas cosas; el problema reside en que se está produciendo un creciente excedente de población activa o susceptible de serlo, inocupable por ser innecesaria, con un problema añadido: no es necesaria pero consume recursos.

En resumen, la tecnología crea empleos, sí: poquísimos y de una cualificación portentosa, pero destruye un megamontón que se convierte en inempleable: crea 1.000 empleos y destruye 100.000. Por eso ese esencial una renta básica.

(Sobre lo de los imprevistos que un conductor puede encontrarse, la cosa tiene ‘fácil’ solución: que dejen de producirse tales imprevistos: con los vehículos del film ‘Minority Report’ (Steven Spielberg, 2002) no había imprevistos porque circulaban siguiendo una especie de raíles, al margen de que la evolución tecnológica posibilitará el progresivo aumento del trabajo a distancia, lo que redundará en la disminución de la necesidad de desplazamiento).

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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