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The State of Working America

Santiago Niño Becerra - Viernes, 15 de Noviembre

Lo que viene a continuación son tres gráficos de una serie que, referida a la economía USA, originalmente fue publicada en The New York Times y que posteriormente ha sido reproducida en diferentes medios. La razón por la los incluyo es la de resaltar un par de hechos.

Este primer gráfico abarca los últimos 60 años. Tomando como base el año 1947, dos años después de comenzado el Fair Deal de Harry Truman, es decir, cuando a nivel práctico principia el estado de bienestar en el que el planeta se vio inmerso como consecuencia del modelo que sustituyó al que entró en crisis en la Depresión.

 

 

Hasta 1973 la relación entre productividad, salarios y contraprestaciones totales se mantuvo dentro de una lógica. Cierto que los dos segundos evolucionaron por detrás de la productividad, pero dentro de unos márgenes asumibles. Sin embargo, a partir de 1973 todo se trastocó ya que la base sobre la que se había sustentado el modelo: la baratura de la energía, se demostró falsa lo que supuso el principio del fin del submodelo de demanda.

La respuesta a eso fue la búsqueda del incremento de la productividad, en el uso de la energía y de todas las commodities, dos de cuyas principales consecuencias empezó a poner dramáticamente de manifiesto el submodelo de oferta: la Nairu, y la desconexión de PIB y demanda de trabajo. Todo ello se tradujo en un espectacular aumento de la productividad frente a un nimio incremento del precio del factor trabajo.

Claro, la pregunta es: ¿y como es que aumentó espectacularmente el consumo durante las décadas siguientes?, pues a base del enorme incremento que experimentó el endeudamiento privado: a los trabajadores (a quien tenía algún empleo) no se le dio salario porque su trabajo cada vez fue menos necesario, pero se le fue concediendo una creciente capacidad de endeudamiento. Eso es lo que contempla el segundo gráfico.

 

 

En 1947 la deuda de los hogares USA representaba el 26% de sus ingresos, el 70% en 1979, pero a partir de ahí, y tras un pequeño bache a principio de los 80 hasta que se acabó de perfilar es submodelo, la deuda va creciendo y se dispara a partir del 2000 hasta alcanzar el 132% en el 2007.

Lo dicho: el factor trabajo, en conjunto, cada vez fue menos necesario, por ello se subutilizó y se demandó crecientemente un trabajo de menor cualificación media, lo que exigió una menor remuneración, y todo ello en un entorno de oferta de trabajo creciente debido a la inmigración ilegal que fue llegando a USA y a la excedente población activa. Los salarios fueron creciendo muy lentamente, pero como era preciso que el consumo aumentase ello se compensó con creciente crédito que se disparó a partir de que las subprime entraron en escena. Con variantes eso es lo que sucedió en otros países, y ello fue la base para que ‘el mundo fuese bien’.

El tercer gráfico viene a contar lo mismo pero desde el lado del reparto de los ingresos y mostrando su evolución a lo largo de un siglo.

 

 

En las dos primeras décadas del siglo XX, aún con el viejo modelo que por agotamiento entró en crisis en la Depresión, el reparto de los ingresos estaba absolutamente sesgado: aunque la concentración de la riqueza del 1% más rico de la población se redujo un poco durante la I Guerra mundial, justo antes del crash del 29 se situó en el 24%: el 1% más rico de la población ostentaba la propiedad de la cuarta parte de los ingresos totales.

La Depresión redujo la concentración, pero no mucho: a los más ricos les afectó poco, lo mismo que la II Guerra Mundial. El nuevo modelo que sustituyó al que colapsó en el 29 basado en el pleno empleo, en los aumentos salariales, en unas limitadas políticas sociales que aumentaron bastante en los 60 durante la Administración Johnson que tuvieron el efecto de redistribuir la renta, y todo ello financiado con una tributación relativamente alta sobre las rentas más elevadas, redujo el control de los ingresos del 1% más rico a menos del 9% a mediados de los 70.

Pero con el nuevo submodelo puesto en marcha durante la presidencia de Reagan (y del Gobierno Thatcher en The UK y desde ahí al resto del mundo), el 1% más rico fue acumulando más y más ingreso favorecido por una política fiscal muy laxa con las rentas más altas y por el aumento de la importancia experimentada por de la economía financiera muy superior al que experimentó la economía productiva.

En el 2007 el 1% más rico de la población USA ostentaba la propiedad del 23,5% de los ingresos de los hogares, una tasa idéntica a la de la década de 1920. Parece mágico, ¿verdad?, 90 años para llegar al mismo sitio en el que se estaba tanto tiempo atrás: del que se salió hacía tanto tiempo. Ya, me dirán que el 90% restante de la población vivía en el 2007 menos mal de lo que vivía en los Años Veinte, y sí, así es, pero básicamente porque cuanto menos miserable fuese la ciudadanía las ganancias de ese 1% eran mayores; aunque también es cierto que, en volumen, el 24% en el 2007 era muy, muy superior al 24% en 1928, con lo que ese 1%, con esa masa de riqueza, podía hacer en el 2007 muchas más cosas de las que hacía en 1928. La pregunta, ¿por qué ha sucedido esta especie de vuelta atrás?.

En ausencia de una voluntad equilibradora o con una voluntad equilibradora reducida, el poder económico tiende a adueñarse de la riqueza y tiende a concentrarla en sus manos, que son muy pocas. ¿Por qué?, pues porque son humanos, y máxime en USA donde una escuela de pensamiento llegó a decir, a finales del siglo XIX y principios del XX, que si los pobres existían es porque Dios así lo quería.

Ese modelo de los años 10 y 20 colapsó cuando, tras la I Guerra Mundial, la productividad comenzó a dispararse y ‘lo financiero y especulativo’ invadió todos los órdenes de la economía en un entorno ausente de regulación. En los años 30 Keynes y otros entendieron que se estaba desaprovechando la capacidad de crecimiento que podría obtenerse haciendo las cosas de otra manera. El poder económico lo entendió y redujo su peso a cambio de que la base se ensanchara. La consecuencia fue que un estado de bienestar invadió el planeta; el factor trabajo mejoró su situación económica (también la política: era necesario que los trabajadores se sintiesen partícipes); y gran parte del planeta sonrió: en los 60 hasta África creció.

Pero esta forma de proceder dejó de ser necesaria en los 70: se vio que las cosas podían ser hechas de otra manera y que ese 1% podía recuperar su antiguo poder porque el resto cada vez era menos necesario. Un nuevo proceder fue concebido en el que la tecnología y una organización crecientemente eficiente reducía la importancia del factor trabajo, pero ese proceder compensaba las reducciones de la masa salarial con créditos que las familias tenían que devolver por lo que las ganancias no sólo no disminuían sino que aumentaban porque la capacidad de consumo dada con el crédito fue muy superior a la conseguida vía rentas salarialeds. Francis Fukuyama tuvo razón: aquella Historia se acabó y empezó otra.

En este último siglo el PIB ha aumentado, pero, pienso, el panorama económico y social resultante de esta otra crisis sistémica que ahora estamos viviendo va a asemejarse bastante al existente antes de que el mundo entrase en aquel estado de bienestar que ahora declina. En USA claro, pero no sólo. El planeta ya es postglobal, ¿recuerdan?.

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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