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Una profecía casi infalible

Carlos Montero - Martes, 03 de Septiembre

El miedo a una recesión global sigue siendo el factor determinante de los mercados. Todo las demás incertidumbres son valoradas en la medida en que condicionan la preocupación principal: ¿Caerá el mundo en una contracción económica? A mediados de mayo publicábamos que la curva de rendimientos en los bonos del Tesoro de los Estados Unidos en los plazos de tres meses y diez años se invirtieron. Es decir, los bonos a corto plazo pagaban más que los de largo. Este fenómeno es interpretado como una señal de que una recesión está por venir.

A mediados de agosto, los mercados entraron en pánico porque hubo otra reversión ahora entre las curvas de rendimiento de dos y diez años también mostraron una reversión. Esto ocurrió también en agosto de 1978, septiembre de 1980, diciembre de 1988, enero de 2000 y julio de 2006. En todos los casos siguió una recesión que llegó entre 11 y 19 meses después de que se invirtieron los rendimientos.

A lo largo del Siglo XX, cuando aparece esta profecía en el mercado de bonos, invariablemente ha ocurrido una recesión en Estados Unidos. Pero ¿qué nos dice esto? No precisamente que la economía esté mal, sino que es vulnerable ante un shock. Recordemos las dos últimas crisis financieras estadounidenses. La de 2008 explotó después de la quiebra de Lehman Brothers y la de 2001 tras reventar la burbuja de las empresas puntocom.

Ninguna recesión es igual a la otra y el contexto ahora es muy diferente con respecto a las anteriores. Primero, venimos de tres rondas de programas de compras de bonos por parte de la Fed para inundar los mercados de dinero. Segundo, esta es la fase de expansión económica más larga del siglo y, tercero, existe en el exterior una serie de conflictos geopolíticos.

Es decir, hay muchos frentes abiertos en donde puede detonar la recesión. De acuerdo con un artículo de Zero Hedge, de todos estos canales, el mayor riesgo de recesión hoy se centra en la disputa comercial entre los Estados Unidos y China. “Las guerras comerciales tienen el potencial de ser muy perjudiciales y contractivas y pueden operar a través de una serie de canales, como los volúmenes comerciales y la producción, las monedas y los precios y los mercados de activos.”

Por ejemplo, la imposición de nuevos aranceles por parte de EU a China y la incertidumbre sobre lo que sigue, desencadenaría una aversión extendida al riesgo y una salida masiva, provocando una corrección sostenida del 25% al ​​30% en el mercado de valores que, por sí sola, podría desencadenar una recesión, ya que sería un golpe sustancial a la liquidez y riqueza del consumidor, y una disminución abrupta y aguda en el gasto y la confianza.

“Eso no es un pronóstico o una predicción, sino simplemente una observación de que todas las recesiones han sido causadas por algún tipo de shock de demanda, y la curva de rendimiento invertida simplemente resaltó la vulnerabilidad de la economía a un posible mal resultado.”

De esta forma, vemos que el riesgo más grande ahora es el recrudecimiento de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Pero, en un entorno con tanta incertidumbre, el ‘incendio’ puede originarse de cualquier lado. La estrategia para protegerse del próximo desastre financiero empieza ahora, mañana puede ser demasiado tarde.

Fuente: Propia/Guillermo Barba




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