La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

Ustedes ya saben

Santiago Niño Becerra - Martes, 09 de Junio Pienso que quienes deciden se están equivocando, mucho, mucho. En un primer nivel al maquillar, camuflar, distorsionar la realidad -aquí y allá, aunque aquí más-: las cosas, sigo pensando, están muy mal, y peor se van a poner. Lo que se está haciendo no las va a arreglar porque supone seguir bailando con la música de antes, y la orquesta ya ha empezado a tocar otra pieza. Quienes deciden, continúo pensando, deberían decir donde estamos y adonde vamos, y lo que eso supone, y que hay que hacer con los mimbre de que se dispone, pero no se hace.

ilustraciónY en un segundo nivel, y en lógica con lo anterior, se toman o se estudian tomar, decisiones que, pienso, son equivocadas, incorrectas, erróneas, estériles, inútiles, como la reducción de exigencias de provisiones que a bancos y cajas en el reino se está considerando aplicar. Que verdad es aquello de que, si una norma no te gusta, la cambias.

Ese cambio legal, caso de que llegue a producirse (muy probable teniendo en cuenta como van las cosas) lo que pondrá de manifiesto es que bancos y cajas necesitan comerse lo que tienen ya que lo que han prestado cada vez cuesta más que se lo devuelvan. ¿Somos conscientes de lo que eso significa?.

De cara a los papeles, a la gente, la tasa de morosidad descenderá, pero será un descenso ficticio: a medida que todo vaya yendo a peor, a medida que la actividad económica se vaya enlenteciendo, a medida que la tasa de desempleo vaya aumentando la probabilidad de que un crédito que ya ha dejado de pagar tres meses una cuota pase a ser impagado, ¿tiende a subir o a bajar?. Un descenso fabricado de la morosidad creará una falsa sensación de que las-cosas-no-van-tan-mal. (De aprobarse, ¿se aplicará también a las tarjetas de crédito?). (Y, ¿para cuándo una tasa de impagadosidad: créditos declarados y reconocidos ya como impagados?).

Paralelamente, la eliminación de la exigencia de que el prestamista provisione la totalidad de la parte pendiente de un crédito hipotecario de importe superior al 80% del valor de tasación que lleva más de dos años sin ser atendido por el prestatario, lo que, pienso, pone de manifiesto es que se espera una oleada incontenible de impagos y el objetivo es que, a través de un artificio legal, dejen de serlo.

Estas medidas, caso de ponerse en práctica, no arreglarían absolutamente nada, tan sólo permitirían aguantar un poco más, un poco más: “Acelera un poco más porque me quedo tonto y vamos muy lentos ...” (“Cacho a cacho”, Estopa). Que suban -o que no bajen- las cotizaciones de los valores financieros.

¿El argumento de todo el montaje?, pues que los valores de los activos inmobiliarios, tras una crisis, se acaban recuperando, lo que ha sido cierto hasta ahora pero que muy probablemente va a dejar de serlo a partir de la crisis que está viniendo, ¿por qué?, pues porque un activo inmobiliario está dejando de ser un fin en sí mismo y cada vez está siendo contemplado como un elemento para ser usado a fin de producir algo en o con ese activo. Su propiedad, en consecuencia, dejará de ser contemplada como necesaria y del activo sólo se pagará por su utilización, cuanto más intensa y más rápida mejor a fin de amortizarlo -de consumirlo- lo antes posible y reemplazarlo por otro más productivo; en consecuencia, ¿a qué tiende el valor de un activo?. Ese será uno de los cambios sistémicos que se producirán con esta crisis.

¿El otro argumento del montaje?, pues que el capital de las entidades financieras aumentará al aumentar sus beneficios, cosa que no está nada clara; lo que sí crecerá es el valor de las acciones de esa entidad: “como ahora tralarí, sus acciones tralará”.

Y los balances de las entidades financieras esperando a la mano que saque a la luz la porquería que guardan, como espera el arpa becqueriana en el obscuro ángulo del salón a la mano de nieve que sepa arrancar las notas que duermen en sus cuerdas.

Se aguantará un poco más; quienes quieren creer que aún pueden arreglase las cosas utilizando las herramientas de antes a fin de llegar a una situación como la de antes tendrán otro argumento. En fin.

(Las elecciones del 7J, si. Como cada uno hace su lectura de los resultados, yo hago la mía. En el reino, de cada 100 personas con derecho a voto 54 no lo ejercieron; en Cataluña más de 6 de cada 10, tampoco; en la UE 113 de cada 200. Por lo que hablé con algunos de quienes no votaron: 1) lo único que les preocupa es su situación, la de su familia, la de su amigos: saber, por ejemplo, si después del Verano van a continuar en su empleo, 2) creen que ningún político de ningún color puede hacer nada por salir de donde estamos: se remiten a las pruebas, 3) la gente quiere “estar bien”: otro ejemplo: OK, finalmente la Directiva de Servicios fue aprobada sin el “principio del país de origen”, pero, ¿quién va a impedir el “yo por menos” de de un emigrante del Este de la UE?. Si mi muestra es representativa (no he dicho que lo fuese) ya sabemos que “partido” ganó las elecciones del 7J, lo que sucede es que ese partido no tiene escaños).

(El sistema financiero español es la monda de seguro pero necesita entre 25 y 70 miles de millones de euros (http://www.elpais.com/articulo/economia/sector/financiero/necesitara/25000/70000/millones/recapitalizarse/elpepueco/20090608elpepueco_4/Tes). Alguien debería explicar esto porque la gente inteligente sí lo entiende, pero los mortales de a pie no. También alguien debería explicar porqué no se dijo esto antes del 7J. (“No se sabía no es una respuesta válida”)).

“Acelera un poco más porque me quedo tonto y vamos muy lentos ...”.

Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

(Comunicación. A quien pueda interesar: El próximo Sábado 13, entre las 12:00 y las 13:00 estaré en Madrid, en la Feria del Libro, en la caseta de UDL Libros, la numero 27. Si desean que les firme mi libro, “El crash del 2010”, ya saben).

@sninobecerra

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.




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