{mosimage}En el corolario de inquietudes y sentimientos históricos que abundan en el comportamiento de los mercados de acciones el recurso a las citas facilita a muchos profesionales del mercado sus disertaciones a la vez que las hace más inteligibles. Entre los expertos bursátiles es muy conocida la frase de comprar por Santa Lucía y vender por San José, en ese periodo que va desde el 13 de diciembre al 19 de marzo. El aserto está fundamentado en el análisis del comportamiento del mercado entre el último tramo de cada año y el primer trimestre del siguiente, porque generalmente es ahí donde se producen los mejores rendimientos del mercado. Citas, en cualquier caso, para adornar un momento de clara desorientación bursátil.
Conviene, no obstante, guardar bien las distancias con estas citas, porque hay otra en inglés que dice sell in May, and go away, but remember to come back in September. En la city londinense queda así resumida la percepción de que el mes de mayo es el que abre el periodo de venta de acciones, el inicio de la tendencia bajista. Entre mayo y septiembre, según los que siguen este método, se produce el periodo de menor rentabilidad bursátil respecto al conjunto del ejercicio. En un estudio publicado hace seis años por Jacobsen y Bouman se destaca el denominado efecto sell-in-May, la incidencia de éste es mayor en los mercados europeos y dentro de éstos en el del Reino Unido. Al menos así ha ocurrido desde 1964.
Quienes siguen la teoría de los ciclos parciales, que conviven con los generales, se encuentran así, ante la duda de comenzar a deshacer posiciones o esperar que pasen dos meses más. Lo normal, según demuestra la experiencia, es que el corto plazo imponga su ley y que los más nerviosos se dejen llevar por el efecto contagio de la mayoría. Ambos razonamientos destacan, ante todo, cómo crece el grado de incertidumbre conforme pasa el tiempo y en este caso, las expectativas de mejora de los mercados no se cumplen en el grado previsto.
El recurso a las citas está justificado, según los observadores, por la pérdida de rumbo que manifestan los mercados de acciones desde hace algunas semanas. La fuerte subida de los precios del petróleo, la mayor tensión de los tipos de interés a largo plazo, las dudas sobre el grado de fortaleza del crecimiento económico y las expectativas de que los resultados empresariales sean este año menores de lo esperado, son todos ellos aspectos que provocan el retraímiento del dinero y aumentan los márgenes de volatilidad en los mercados.
Frente a la proyección pesimista de augures y estadísticas de antaño, los analistas más fríos insisten en su teoría de principio de año, según la cual no hay alternativas válidas a la inversión en acciones debido a la sobrevaloración de mercados como el inmobiliario o el de bonos. Lo importante, según los estudiosos, es que la desactivación de ambas bombas de relojería sea ejecutada por verdaderos profesionales, para que no existan daños colaterales.
Precisamente, es ahí donde reside el mayor problema para los mercados financieros. Alan Greenspan, como artificiero mayor, tiene en sus manos la solución. La sabiduría con que la administre será vital para los mercados financieros.
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