Miercoles, 20 de Abril de 2005
Moisés Romero
{mosimage}Los viejos bolsistas parisinos decían hace muchos
años que la ausencia de noticias era la mejor noticia para los
mercados, siempre a la expectativa, sobresaltados a la espera de que
algo exógeno truncara su bienestar y echara por tierra de un plumazo lo
conseguido con paciencia y riesgo. En la actualidad, la consideración
que hacen los mejores gestores del mundo es la contraria, de tal modo
que la ausencia de noticias causa desazón, incluso miedo al futuro.
Dicho de otro modo, la ausencia de novedades en los mercados respecto a
las previsiones formuladas a final del año pasado resaltan el peligro
de la inactividad de Gobiernos y Administraciones en lo que respecta a
la corrección de unos desequilibrios económicos que cada vez más se
antojan endémicos.
Los gestores más dinámicos han movilizado todos sus efectivos en los
últimos días con el objetivo de desmenuzar y analizar con detenimiento
la sacudida reciente de los mercados de acciones. Las primeras
conclusiones son que no se han producido en el seno de los mercados
condicionantes desconocidos y que las causas aparentes que han
provocado que la manada corra despavorida, arrasando todo lo que han
encontrado a su paso, ya estaban asumidas desde hace tiempo.
No hay novedades aparentes en el escenario actual
de los mercados de acciones. Desde finales de 2004 se apostó, como
consenso, por que los resultados empresariales en Estados
Unidos, para la mayoría el aguijón que se ha ensañado en el lomo de las
Bolsas, crecerían este año entre el 8% y el 10%, porcentajes
placenteros; entonces, por cuanto la base de comparación de los últimos
años es raquítica dados los escándalos contables y financieros en
Estados Unidos y el estallido de la burbuja de los valores tecnólogicos.
Tampoco hay novedades en materia de dinamismo económico. Salvo
algunas arbitrariedades en las encuestas de consumo de los
consumidores, la economía de Estados Unidos mantiene un perfil
aceptable a la vez que Japón no logra enderezar el rumbo como gustaría
a los expertos y la zona euro sigue donde estaba, en su particular
estado de bienestar. Como se esperaba, es el sudeste asiático es el más
dinámico.
En el capítulo monetario, la novedad relativa es que el dólar ha
hecho un corte de mangas a especuladores y agitadores y que, lejos de
hundirse, al menos por ahora, ha recuperado la fuerza relativa que
perdió a finales del año pasado. En este apartado, el yuan, hoy como
ayer, sigue sobrevalorado y sin corregir su situación.
Los tipos de interés mantienen el rumbo previsto, con subidas continuadas, pero sin estridencias. Las burbujas inmobiliarias y de renta fija siguen hinchadas, enormes y con la amenaza de estallar. Lo mismo sucede con los déficits gemelos en Estados Unidos y el desorden presupuestario, falta de rigor, en la zona euro. También, en las amenazas geopolíticas, incluído el roce intenso de última hora entre China y Japón.
Es decir, no hay novedades. Esa es la novedad, que en este
momento, a diferencia de otras situaciones anteriores, provoca desazón
entre los inversores, por la creencia de que el tiempo pasa y lo que
tenía que haber sido corregido no se corrige y que lo que es
susceptible de empeorar empeora. Osea, miedo al futuro.
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