La Carta de la Bolsa Imprimir Artí­culo

LA EUROPA AMORDAZADA

Lunes, 02 de Mayo de 2005 Moisés Romero

{mosimage}El corazón de la Europa de ahora está encogido en el puño de Francia. Conforme pasa el tiempo y se acerca el último domingo de mayo en el que los franceses votarán a favor o en contra de la Constitución europea, la cual fue ratificada en referendum por los españoles, los nubarrones en el horizonte de los mercados se tiñen de negro cada vez. El miedo contenido coincide en el tiempo con referencias económicas endebles a ambos lados del Atlántico. Los mercados financieros reducen el ritmo al máximo y examinan con detenimiento cada obstáculo que se encuentran en su camino por nimio que sea. O lo que es lo mismo, las posibilidades de afrontar nuevos retos alcistas en los principales í­ndices del mercado son cada vez más escasas. El tiempo apremia y con la ola de calor de los últimos dí­as muchos participantes en el mercado ya han hecho las maletas de verano ¿para qué esperar?


Ahora que se sabe que la economí­a de Estados Unidos crece a ritmo trimestral del orden del 3%; que en Alemania, el otrora motor de la economí­a europea, los sabios auguran aumentos del PIB no superiores al 0,7%; que en Francia los indicadores de confianza, empresariales y de consumidores, se refugian en el sótano; que en Italia no salen las cuentas, ni las públicas ni las privadas; que en el Reino Unido se han puesto la venda en la frente para recibir la pedrada francesa, de tal modo que si en el paí­s vecino triunfa el No, allí­ ni siquiera se convocará referendum, y que en España la inflación real golpea, la burbuja inmobiliaria alcanza niveles de espanto y las autonomí­as plantean sus propios esquemas fiscales, entre otras cosas, ahora decimos, que se agolpan éstas entre otras circunstancias, vuelve a primer plano el debate sobre el Estado del Bienestar en Europa.


Contaba hace poco uno de los sabios, ya entrado en edad, de la Bolsa española que para recoger hay que sembrar primero; que para que a uno le toque la loterí­a, hay que comprar boletos y que para saborerar el Estado del Bienestar hay que construirlo primero. La realidad de ahora, decí­a, es que el Estado del Bienestar es viejo y que en Europa no se ha avanzado nada en este punto. Ahora es mayor el número de comensales a la mesa de este Estado del Bienestar, con unas viandas escasas. Osea, que en la mayor parte de los paí­ses europeos se vive por encima de sus posibilidades.

Al corifeo de sabios europeos que demandan reformas estructurales inmediatas se unió hace unos dí­as el presidente del Bundesbank alemán al señalar que la rigidez del mercado de trabajo alemán dificulta la entrada de inversiones exteriores, también de la inversión empresarial, y que es preciso aumentar el crecimiento potencial. Weber también se refirió a los tipos de interés y los consideró idóneos con los deplorables datos económicos de última hora. Estima también, que por el momento no hay indicios inflacionistas graves y para sorpresa de todos, aún confí­a en un crecimiento del 1% de la economí­a alemana este año.

En lo que respecta a la evolución futura de los tipos de interés en Europa el consenso es que resulta muy duro subir los tipos con datos de crecimiento a la baja, como decí­a recientemente el presidente del Banco Central de Holanda. El sentimiento general es, no obstante, que se trata más bien de un aplazamiento, porque la recuperación de la economí­a, tarde o  temprano, dejará margen en el proceso ya iniciado de normalización de tipos. El BCE espera que esto se produzca durante la segunda mitad del año.

En lo que concierne a la inflación, hay acuerdo entre los expertos en que el problema diferencial entre la economí­a española y el resto de las grandes de la zona euro estriba en que esta presión ví­a costes podrí­a trasladarse al proceso productivo en España más fácilmente dada la solidez de la demanda de consumo. Decí­a hace unos meses Issing que ante este tipo de situaciones, será tarea de los gobiernos nacionales frenar las presiones sobre los precios a través de medidas estructurales y polí­tica fiscal. El fuerte y creciente deterioro de la balanza corriente española es el mejor indicador de las consecuencias de no tomar ninguna decisión.

En esta exposición de una Europa atrapada en su propia espiral, la pregunta que se hacen muchos gestores es si los mercados seguirán con movimientos uniformes, como si de una sola Bolsa europea se tratara, que es lo que sucede desde hace tiempo o si por el contrario, las diferencias que cada vez se hacen más palpables entre los paí­ses comunitarios impondrán el criterio de selección de mercados, al margen del sentimiento de globalización que impera ahora.

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