¿Irán - USA?, se preguntarán, ¿qué nos va a contar hoy?, ¿nos va a hacer historia del Irán - Contra?, ¿nos hablará del Irangate?. Pues no, nada de eso; voy a referirme a un tema que, generalmente, no es contemplado: las diferencias en las similitudes.
A finales de junio tuvieron lugar las elecciones para presidente en Irán, y el elegido por el voto popular fue el alcalde de Teherán, Mahmud Ahmadineyad, personaje calificado de fundamentalista islámico cuyo triunfo, nada más conocerse, generó muchas dudas en el ámbito internacional. Con el paso de los díÂas, y a la hora de buscar explicaciones a su triunfo, se ha ido dibujando una teoríÂa: el pueblo iraní ha elegido a Ahmadineyad como presidente debido a la imagen de honradez de éste y a las promesas que este políÂtico realizó durante la campaña electoral.
Irán, hoy, es un paíÂs en el que el 20% de la población más favorecida acapara el 50% de los ingresos totales, mientras que el 20% de la población más pobre tan solo ostenta la propiedad del 5,8% de esos ingresos totales. Tremendo, pensarán, y claro, justificativo de que haya sido elegida una persona así como presidente.
Bien. Resulta que en USA, en el año 2000 el 10% de la población acaparaba el 45% de los ingresos totales, una situación idéntica a la dada en 1929, sin embargo, nadie pensará que en USA se esté fraguando una presidencia islámica en un futuro previsible.
No obstante las diferencias, un hecho llama la atención. Aunque las estructuras económicas de Irán y de USA son abismalmente distintas y aunque en los dos paíÂses se da una hiperconcentración de rentas en muy pocas manos, en los dos paíÂses una corriente fundamentalista se ha instalado en los resortes del poder; corrientes muy distintas en su filosofíÂa y en su forma, pero fundamentalistas en su fondo. Curioso, ¿a qué síÂ?.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÂa IQS. Universidad Ramon Llull.