(Frase de un personaje de un cuento infantil de los 50).
¿Se han dado cuenta de lo que se nos viene encima?: ¡el canet por puntos!. En base a la nueva normativa los conductores deberán enganchar en el salpicadero de sus vehíÂculos las infracciones y los puntos que éstas deducen e ir, un ojo en la carretera y otro en el papel.
De pronto, observan que algo sucede a lo lejos y, a medida que se aproximan, ven, por el carril de la izquierda, una fila de siete automóviles pegados al que encabeza la comitiva. Uds. adelantan al conjunto, por la derecha, a la velocidad a la que se desplazaban: 110 Km/h, y, mientras adelantan, se percatan de las ráfagas de luces que los seis vehíÂculos que siguen al primero, lanzan al que abre la marcha; todo ello acompañado de sonoros bocinazos que Uds. pueden percibir a pesar del magníÂfico aislamiento acústico de su M5. Uds. prosiguen su marcha dejando atrás el asunto.
Seguro que se han encontrado con una situación como la descrita o con una muy parecida; yo las veo casi a diario. Pues bien, el follón que el vehíÂculo de nuestro ejemplo está causando, y del riesgo que supone la situación descrita, no es objeto de ?foto', y, ¿saben Uds. el motivo?, pues porque esta reforma está orientada, fundamentalmente, a la recaudación.
Los ingresos por sanciones de tráfico debidas a exceso de velocidad se han disparado desde que España ha empezado a ser sembrada de cámaras; es perceptible que la velocidad con la que los automóviles circulan ha descendido, pero, ¿a causa de qué?, pues dedido temor a que ?te metan un puro' de cuidado -ahora- y a perder los doce puntos de que cada conductor va a disponer -mañana-. Mi pregunta es: ¿cuántas campañas formativas -formativas, no acongojadoras-, en colegios, en TV, en periódicos, en radio, se han puesto en marcha para formar el carácter cíÂvico de los conductores?. Muy pocas y en algunos lugares ninguna; ¿la razón?: la pasta que cuestan; en cambio, ?metiendo puros' se incrementan los ingresos; es lo mismo que sucede con el tabaco, pero aún peor.
O sea que ya saben: vayan poniendo un ladrillo bajo el acelerador de su M5, o, si disponen de programador de velocidad, vayan a un dealer de la marca y que les borren del ordenador la posibilidad de pasar de la velocidad autorizada. ¿A que dicho así esta situación suena a una cosa muy fea?.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÂa IQS. Universidad Ramon Llull.