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CATALUNYA (I)

Lunes, 15 de Agosto de 2005 Santiago Niño Becerra

El debate (¿es correcto utilizar este concepto?) que desde hace años se está desarrollando entre la región de Catalunya y otras regiones del reino (¿por qué se les bautizarí­a como ?comunidades autónomas'?) en relación con la financiación regional, ha hecho célebre una frase pronunciada por el presidente de la Generalitat catalana, el Sr. Pascual Maragall: las regiones deberí­an pagar impuestos con arreglo a la renta de sus ciudadanos y recibir servicios según su número de residentes.

Hasta donde he podido llegar, uno de los primeros lugares públicos en que esta propuesta fue planteada fue en un artí­culo que el actual consejero de Economí­a y Finanzas catalán, el Sr. Antoni Castells, publicó en El Paí­s el 29 de Noviembre de 1998: "¿Un nuevo pacto fiscal en España?"; en este texto, decí­a el catedrático de Hacienda Pública que "(...) los impuestos se deberí­an pagar en proporción al PIB (...) y los servicios públicos recibirse en proporción a la población (...)".

El debate, en estos siete años ha ido subiendo de tono y entrando en otros derroteros. Continuando con los medios de amplio espectro, Cinco Dí­as publicó el 1 de Junio del 2004 un artí­culo de Ignacio Ruiz-Jarabo ("La encrucijada de la financiación autonómica") en el que el autor planteaba el, a su entender, principal problema que acarrearí­a la pretensión catalana de obtener más fondos; decí­a el Sr. Ruiz-Jarabo que "El problema es que estamos ante un juego de suma cero (...) el plus de financiación del Estado para Catalunya supondrí­a (...) una minoración de los recursos estatales para otras comunidades autónomas".

Evidentemente, podrí­amos manejar otros trabajos en los que, con otros argumentos, se abordan ambas posturas, pero quedémonos con estos. Ante estas manifestaciones tres son las posturas posibles a adoptar: 1) negar una y aceptar la otra, 2) negar las dos, y 3) aceptar ambas. A fin de ser constructivos, vayamos a la tercera.

Si aceptamos que, en este caso, Catalunya -aunque las reclamaciones de esta región son fácilmente extensibles a otras- debe obtener más fondos a fin de que pueda financiar carencias que nadie niega que padece (el 18,5% de la población catalana es pobre, el 19% de la española lo es), deberí­a ser sin menoscabo de otras regiones en las que así­ mismo existen carencias a cubrir, pero, ¿cómo lograr ese encaje?. Pues de una forma simple: liberando fondos a través de la reducción o eliminación de gastos no esenciales, tanto a nivel estatal cómo regional, que actualmente se están produciendo. ¿Cuáles?, pues aquellos que no contribuyan a cubrir las carencias que tanto Catalunya como otras regiones hoy están padeciendo. ¿A qué es lógico?

Sin embargo, parece que los tiros no van por ahí­: ¿en cuántas ocasiones antes de ahora habí­an leí­do/oí­do Uds. algo en este sentido?. Es más fácil el enfrentamiento y la pugna que el razonamiento, sobre todo si no son deseables para algunos sectores las consecuencias de dicho razonamiento.

 
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economí­a IQS. Universidad Ramon Llull.

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