Lo que viene a continuación es nuevo: es de anteayer, y no me ha llegado por mi antiguo alumno, me ha venido por una muy buena amiga que ha estado considerando ?ir' a China y por un muy buen amigo que ya ?está' en el paíÑ‚Âs de la Gran Muralla.
Mi amiga, junto con sus hermanos, es propietaria de una fundición, pero no de una fundición cualquiera: en las instalaciones se moldean piezas industriales de altíÑ‚Âsima calidad. Meses atrás, bastantes, ella y sus hermanos se plantearon trasladar parte -o la totalidad- de su producción a China. A tal fin, realizaron bastantes viajes al paíÑ‚Âs, juntos y por separado; se entrevistaron con autoridades y funcionarios, con expertos locales y con profesionales del sector. Al final, han decidido no realizar el traslado, ni total, ni parcial, de su producción.
El caso de mi amigo es radicalmente distinto. El padre de mi amigo fundó una pequeña compañíÑ‚Âa hace años (disculpen que no les de más datos, ya verán el motivo) y, cuando tras finalizar sus estudios mi amigo se integró en el proyecto, en muy poco tiempo multiplicó su dimensión por diez, de tal modo que hoy es líÑ‚Âder europeo en su sector. Bien. Hace dos años mi amigo empezó a contactar con China, llegó a acuerdos con fabricantes locales y hoy esos fabricantes le suministran un porcentaje mayoritario de los productos semiacabados que precisa en su actividad, de tal modo que, con esta relación, la compañíÑ‚Âa de mi amigo y su familia ha conseguido reducciones de costes que, en algunos componentes, alcanzan el 80%.
La razón de mi amiga y de sus hermanos para no ?irse' a China radicó en la falta de confianza de lo que vieron y sintieron: un sistema de funcionamiento muy pesada y una sensación de que acabaríÑ‚Âan perdiendo el control de sus asuntos; en palabras de mi amiga: llegaron a la conclusión de que, de irse a alguna parte, mejor a Europa del Este.
La satisfacción de mi amigo, en cambio, es plena. Pero, atención, no sólo por el tema costes, también por el tema desarrollo: lo que allíÑ‚Â compra ha sido sustancialmente mejorado por técnicos de las compañíÑ‚Âas que le suministran, de modo que hoy esos componentes son mejores que los que antes adquiríÑ‚Âa en el reino. ¿Qué si tiene problemas?, pues síÑ‚Â: tiene que estar muy, pero que muy encima de sus asuntos en China pero, dice, los beneficios son muy superiores a los costes.
Llegados aquíÑ‚Â Uds. se preguntarán el motivo último por el que a una empresa si le va China y, a la otra, no. La razón es simple: el valor añadido. La compañíÑ‚Âa de mi amiga elabora series reducidas de bienes que incorporan un elevado valor debido a la carga de I+D+i+d que incorporan; los semiacabados que mi amigo obtiene en China son de muy bajo valor y siempre, en series monstruosas.
Yo, ni pongo ni quito rey, tan sólo informo. Pero les repito lo que ya les he dicho: si están decidiendo ir a China, no vayan tan sólo porque otras y otros vayan: infórmense, analicen, y entonces, sólo entonces, decidan.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.