Otro ejemplo. Si tiene hijos o sobrinos interesados en la consola Play Station y en sus juegos y que ahora deseen la nueva estrella de Sony, la PSP, posiblemente sepan que lo que ahora estos niños (y no tan niños) están esperando como agua de Mayo: la PSP con carcasa blanca, modelo que, según mis noticias, aún no ha salido al mercado, ni siquiera en Japón. Pues bien, en Hong Kong, no sólo es posible adquirir la PSP negra (la actual) por 150 euros (250 euros en el reino), ¡ya es posible adquirir la PSP blanca!.
Con una frase lapidaria puede resumirse el fenómeno de las réplicas en China: jamás se tiene la seguridad de que aquello que en China sea adquirido no sea una réplica, sea lo que sea lo que se compre, y se adquiera donde se adquiera; ¡nunca jamás!; dirán Uds. que el precio puede ser un indicativo de autenticidad, pues no, ni eso, sobre todo si no se conoce el idioma.
Ya les dije en la pasada entrega, que muy poca gente en China, poquíÑ‚Âsima, habla inglés, en consecuencia, si el extranjero desconoce el chino (ya verán el motivo de la cursiva), la capacidad de comunicación será nula. Mi antiguo alumno nació en Hong Kong y domina el chino ... cantonés, que no es el más hablado entre la población china, y posee amplíÑ‚Âsimos conocimientos de chino mandaríÑ‚Ân -que síÑ‚Â es el más hablando-, que a marchas forzadas está ampliando, pero que aún no domina. Cuando él, un chino, con fisonomíÑ‚Âa de chino, negocia, se expresa en mandaríÑ‚Ân, pero con frases muy cortas e imprimiendo una entonación muy segura; ¿se imaginan por qué?, pues para obtener las mejores condiciones posibles.
Alguien que no domine el chino mandaríÑ‚Ân lo tiene claro porque será considerado un extranjero, aunque sea chino; y un extranjero es alguien muy ?timable', alguien que será tratado de modo diferente, alguien a quien no se le ofrecerá el mejor precio, porque existen diferentes precios en función de la fisonomíÑ‚Âa y del conocimiento del idioma. Mi amigo, tras varias experiencias y anécdotas que otros visitantes le relataron, llegó a la conclusión de que el precio -de lo que sea- para un occidental sin conocimiento alguno del idioma puede llegar a ser diez veces superior al ofrecido a un chino que domine el mandaríÑ‚Ân, o en su caso, el cantonés.
Lo anterior es válido para los objetos adquiridos en una tienda y para los tratos y acuerdos que se alcancen en un gran trato comercial. Cuando planeen realizar negocios en China, si no dominan (subrayo ?dominan') el mandaríÑ‚Ân o el cantonés, jamás, repito, jamás, acudan a una reunión sin un buen intérprete, atención ahora, ¡en quien confíÑ‚Âen!; olvíÑ‚Âdense de su inglés de Cambridge, olvíÑ‚Âdense de su dominio de la lengua inglesa por depurado que éste sea; aunque sus interlocutores sepan algo de inglés, nunca podrán acabar de atar todos los cabos o, peor aún, nunca tendrán la seguridad de haberlos atado.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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