Las nuevas tecnologíÑ‚Âas han supuesto un importante avance para los mercados financieros, pero cuando se producen situaciones anómalas los colapsos son generalizados y difíÑ‚Âciles de combatir, provocando severos daños económicos a los partíÑ‚Âcipes.
La debilidad y la dependencia del sistema a la informática ha encontrado su máximo expresión en uno de los principales mercados del mundo. La semana pasada, la Bolsa de Tokio se vio obligada a cerrar 20 minutos antes de la hora como consecuencia del pánico vendedor generado por el escándalo de una empresa tecnológica. Una situación inaudita que ha puesto de manifiesto la fragilidad del principal mercado de Asia y uno de los más grandes del mundo. Y eso que el colapso se ha debido únicamente a la avalancha vendedora en un momento puntual, lo que ha llevado a muchos operadores a plantearse qué hubiera ocurrido si se hubiera tratado de algún ataque de terrorismo informático. De momento, la Bolsa de Tokio ha tomado medidas drásticas para que situaciones asíÑ‚Â no se vuelvan a repetir nunca.
Los pequeños también lloran
Sin embargo, este tipo de colapsos en los sistemas informáticos son más frecuentes de lo que todo el mundo cree, sobre todo cuando afectan a empresas que no cuentan con los recursos de los grandes mercados internacionales. En estos díÑ‚Âas, por ejemplo las sacudidas del mercado generadas precisamente por Tokio han provocado colapsos en las redes de algunas casas de análisis que han supuesto un importante perjuicio a algunos inversores que no pudieron ejecutar sus órdenes cómo y cuándo hubieran deseado, lo que puede dar lugar, en caso de repetirse, a una avalancha de quejas y reclamaciones a la CNMV para que tome cartas en un asunto tan grave y delicado como este para que las gestores adopten las medidas necesarias y no hagan oíÑ‚Âdos sordos a las quejas de sus clientes.
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