La Carta de la Bolsa Imprimir Artí­culo

FEBRERILLO EL LOCO

Martes, 15 de Febrero de 2005 Moisés Romero

{mosimage}En febrero los dí­as comienzan a alargarse, como preludio de la primavera. El refranero está repleto de referencias, plagado de motivos y alusiones al segundo mes del año. Febrero es casquivano, ciclotí­mico. Tiene mucho de loco y eso sí­, nunca marca tendencia de lo que ha de deparar la climatologí­a en los meses siguientes. Ora nieva, ora luce el sol. De repente sopla un viento huracanado o una helada brutal deja sin flor los primeros frutales. Las Bolsas no se libran de esta situación. Febrerillo el loco suele hace de las suyas en los mercados. Generalmente se comporta con sobrerreacciones.

Hay en los mentideros bursátiles de última hora dos referencias que acaparan el interés de los contertulios. Una, el arranque fuerte del í­ndice desde que comenzó el año. Dos, el ansia de muchos ahorradores e inversores por participar en un mercado que habí­an olvidado en los últimos años en beneficio de otras alternativas como los inmuebles o los bonos. Es la irrupción de un nuevo público inversor en la escena de las Bolsas la que propicia movimientos exagerados y hace bueno el dicho de siempre de que febrerillo es un mes loco. A la Bolsa comienza a llegar, con más prisa que pausa, dinero fresco, de relevo.

Un golpe de viento más y los principales indicadores habrán hecho buenos los pronósticos que la mayor parte de las firmas de Bolsa hací­an en enero respecto a la evolución prevista para las Bolsas durante todo el año. No es la primera vez que la realidad es muy diferente a lo esperado y que los resultados superan las expectativas. Sólo en contadas ocasiones los mercados se han ajustado al guión de lo diseñado por los ideólogos, por los analistas. Es lo normal en la Bolsa, aunque luego la tendencia y resultado finales se acomoden a lo previsto. Es en el camino, en el desarrollo de las diferentes sesiones, cuando los í­ndices se alejan, al alza o a la baja, de lo que dicen los estudiosos. Por eso la Bolsa es soberana.

Lo que cabe esperar por tanto, es que las Bolsas rompan los cuadernos escritos por las firmas de análisis a principios de año y que durante los próximos meses el comportamiento de los í­ndices sea superior al previsto. O lo contrario. Nunca lo diseñado. Una de las razones de peso está en la propaganda que genera cada nuevo máximo anual y en la capacidad de contagio que ello transmite a la población especuladora, inversora y ahorradora. La Bolsa ha estado mucho tiempo arrinconada, en el olvido, porque la geopolí­tica y la volatilidad asustó a millones de inversores.

La adoración al ladrillo, en una tendencia observada en todo el mundo, alcanzó su máximo nivel de paroxismo con los tipos de interés en mí­nimos históricos. Ahora que ya han retomado la senda alcista en Estados Unidos, son muchos los inversores y estrategas que se tientan la ropa y deciden cambiar de aires. La Bolsa, en este febrerillo muy loco, vuelve a estar de moda. Por eso rompe moldes y expectativas.

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