Curioso, muy curioso, es esto de las opas. Eso es lo que comentaba estos díÑ‚Âas atrás en voz alta un viejo zorro del mercado aficionado a los intercambios bursátiles. Mostraba asíÑ‚Â su perplejidad ante la doble vara de medir que tienen algunos respecto a cuándo una opa puede ser idónea o no. Este atónito inversor confesaba no entender demasiado las consideraciones políÑ‚Âticas que se vienen derivando en los últimos tiempos de las ofertas de compra transnacionales y que nos sitúan a la misma altura de los paíÑ‚Âses bananeros.
Cuando una empresa va a otro paíÑ‚Âs a comprar ya sea un banco, una eléctrica o una empresa de muebles, valga el ejemplo, siempre acaban por aparecer de una forma u otra los nacionalismos y los patrioterismos mal entendidos. Se producen asíÑ‚Â comportamiento paradójicos en los dirigentes, que apoyan y fomentan las compras de las empresas nacionales en el exterior, pero enseguida ponen trabas, a veces de lo más peregrinas, cuando alguien viene de fuera a comprar el producto de casa.
Es decir, aunque los comparaciones son siempre odiosas, que si Repsol entra a saco en Bolivia, Argentina, Venezuela o Argelia todo son apoyos por parte los dirigentes de turno. Igual pasa si el BBVA quiere hacerse con la BNL o el Santander con el Abbey o con quién se ponga por delante. Pero ay! cómo vengan de fuera a comprarnos algo. En ese caso, nadie se acuerda de los intereses del accionista y todo son pegas. No hay más que observar lo ocurrido con la irrupción de E.On con una interesante oferta sobre Endesa. En este caso, los intereses nacionales cobran una relevancia inusitada y salen a colación argumentos como los intereses estratégicos de la energíÑ‚Âa nuclear, del carbón o de quién abastece o desabastece a Canarias.
Poner trabas parece más fácil que fomentar la competencia
Unas excusas que dan que pensar porque en vez de fomentar la competencia se trata de poner puertas al campo, como si los alemanes, británicos, franceses o italianos fueran a dejarnos en un futuro sin energíÑ‚Âa. Tanto es asíÑ‚Â que para impedir la opa de E.On, al grupo eléctrico alemán se le está amenazando con cambios regulatorios en el sector. Medio en broma medio en serio, decíÑ‚Âa este anonadado inversor, nosotros al menos podríÑ‚Âamos contraatacar cerrando las carreteras de peaje en Francia, en referencia a Abertis, dejando sin créditos o sin conexión de telefoníÑ‚Âa móvil a los ingleses, pensando en el Santander y Telefónica. Apenas unos pocos ejemplos entre otros muchos.Tanto es asíÑ‚Â que para impedir la opa de E.On, al grupo eléctrico alemán se le está amenazando, entre otras cosas, con cambios regulatorios en el sector. Una modificación de las reglas de juego que nos coloca a la altura de paíÑ‚Âs bananero, señalaba incrédulo este inversor, pues si seguimos asíÑ‚Â terminaremos por nacionalizar de nuevo a las empresas del sector siguiendo los pasos, tan criticados aquíÑ‚Â, de Bolivia y Venezuela.
Medidas contra la opa
Tanto es asíÑ‚Â que para impedir la opa de E.On, al grupo eléctrico alemán se le está amenazando, entre otras cosas, con cambios regulatorios en el sector. Una modificación de las reglas de juego que nos coloca a la altura de paíÑ‚Âs bananero, señalaba incrédulo este inversor, pues si seguimos asíÑ‚Â terminaremos por nacionalizar de nuevo a las empresas del sector siguiendo los pasos, tan criticados aquíÑ‚Â, de Bolivia y Venezuela.
Tanto es asíÑ‚Â que para impedir la opa de E.On, al grupo eléctrico alemán se le está amenazando, entre otras cosas, con cambios regulatorios en el sector. Una modificación de las reglas de juego que nos coloca a la altura de paíÑ‚Âs bananero, señalaba incrédulo este inversor, pues si seguimos asíÑ‚Â terminaremos por nacionalizar de nuevo a las empresas del sector siguiendo los pasos, tan criticados aquíÑ‚Â, de Bolivia y Venezuela.Pero este no es un mal único o tíÑ‚Âpicamente español. En Europa también sufren de estas absurdas ansias proteccionistas como se ha podido comprobar con la opa formulada por Mittal Steel sobre Arcelor, en la que incluso se han utilizado argumentos xenófobos para intentar parar la operación, ignorando además los sólidos argumentos empresariales esgrimidos por la empresa India, radicada en Holanda.
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