En otras ocasiones ya hemos hablado de la obra que
da tíÑ‚Âtulo a estas líÑ‚Âneas, por lo que no voy a referirme a ella; lo que
síÑ‚Â voy a hacer es hablar del fin-del-trabajo como tal.
Hace unos díÑ‚Âas, en clase, llamé a un equipo de alumnos a fin de que analizasen dos lecturas que abordaban la evolución estructural del factor trabajo y la relación de este fenómeno con la productividad y el consumo; dos lecturas que daban para mucho.
El equipo -dos alumnas y dos alumnos (recuerden: 20/21 años de edad)- realizaron un resumen muy esquemático y conciso de las lecturas; a continuación, tal y como está estipulado, afrontaron las conclusiones que las lecturas les habíÑ‚Âa sugerido. Se fueron por el lado más arriesgado pero, a la vez, más brillante. Se lo resumo. (No lo olviden: 20/21 años).
Como la tecnologíÑ‚Âa va a continuar evolucionando en la búsqueda de unas mayores perfecciones productivas que posteriormente (inmediatamente) van a ser aplicadas a fin de obtener una mayor productividad, la necesidad de factor trabajo considerado como suma de horas de trabajo -de cualquier tipo de trabajo- irá decreciendo a medida que la productividad vaya aumentando. Cierto es que empleos muy concretos y especialidades determinadas -algunas ahora no imaginables- tendrán una importancia capital si bien, la ?cantidad de factor trabajo' a utilizar, será cada vez menor.
El final de esta tendencia será una situación en la cual, lo que hoy denominamos "Factor Trabajo", habrá dejado de existir porque el factor trabajo habrá dejado de ser necesario en su práctica totalidad debido a la combinación de tecnologíÑ‚Âa y automatización; en consecuencia, conceptos como "Población Ocupada", "Tasa de Desempleo" o "Trabajo Temporal" deberán ser redefinidos.
Se lo vuelvo a recordar: 20 y 21 años de edad. Para meditar, ¿verdad?
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.