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PETRÑ“LEO, EL DARDO ENVENENADO

Lunes, 07 de Marzo de 2005 Moisés Romero

{mosimage}Vuelven las proyecciones apocalí­pticas. El petróleo sigue inmerso en una espiral alcista sin precedentes. Los últimos datos de inventarios de Estados Unidos, aunque contradictorios en su exposición, han apuntado lo que el mercado esperaba, un descenso de las reservas de gasóleo para calefacción debido a la ola de frí­o. Más grave es que el uso de la capacidad de las refinerí­as esté en mí­nimos desde octubre. El mercado especula además, con que la producción de petróleo será incapaz de abastecer el aumento de la demanda mundial de manera eficiente. Datos, que no cuentan ahora con la influencia desgarrada del denominado factor geopolí­tico y que ha situado el precio del barril en máximos históricos.

Los mercados financieros suelen perder la memoria con facilidad. Reparan ahora en las múltiples advertencias que se hicieron en otoño respecto a los problemas técnicos que afectan al petróleo, es decir, sin considerar la prima de riesgo implí­cita al denominado factor geopolí­tico. Lo que se preguntan los expertos ahora es cuál puede ser el recorrido al alza del precio del barril si reaparecen las tensiones en el Golfo dado que en la actualidad los avances, hasta alcanzar niveles de máximos históricos, no están condicionados por este hecho.

El director de estrategia de un banco alemán predijo a mediados de agosto que el precio del barril del petróleo podrí­a alcanzar los 100 dólares si coincidí­an en el tiempo los factores técnicos con los fundamentales y geopolí­ticos. Los primeros revelan que Estados Unidos tiene una industria de transformados y de manipulación de productos derivados del petróleo muy vieja, a punto de estallar. Las refinerí­as están obsoletas y en las puntas de demanda, por ejemplo ahora con la ola de frí­o, las carencias son mayores.

En el lado de la demanda, el sudeste asiático, en general y China, en particular, mantiene un ritmo alocado de crecimiento, que exige más petróleo que consumir. Gasóleos y gasolinas arrojan cifras de demanda muy altas, que crecen a medida que mayores son los ingresos de la ciudadaní­a y mejores sus condiciones de vida, desde la búsqueda de confort en las condiciones de habitabilidad en las viviendas hasta la compra de automóviles, en  el más puro estilo consumista occidental.

Si llamativa es la evolución de los inventarios en Estados Unidos, aunque en ellos influye de manera decisiva la incertidumbre de varias compañí­as por la experiencia acumulada con la inestabilidad pasada en los precios del crudo, no lo es menos el dardo envenenado lanzado hace unos dí­as por la OPEP al manifestar que "un potencial problema de oferta en el futuro podrí­a llevar los precios hasta niveles de 80 dólares el barril".

En última instancia, los analistas del sector reparan sobre la incertidumbre que rodea el abastecimiento a futuro. La especulación, con estos mimbres, ya ha entrado en juego y todos están pendientes de la consolidación de precios por encima de los 50 dólares, porque de ser así­, el próximo salto, siempre desde el punto de vista de los especuladores técnicos, llevarí­a el precio hacia la zona de los 60/70  futuro.

Las Bolsas se han vuelto a atascar en niveles clave ante este hecho, porque el riesgo de que esta tensión en los precios afecte al crecimiento económico es evidente. Con relación al impacto en otros mercados, en 2004 se comprobó que fueron un revulsivo para los bonos y para acciones muy selectivas, al desvanecerse la subida de tipos de interés, aunque este factor queda ahora empañado por el empuje inflacionista. Aquí­ y ahora la preocupación está, en cualquier caso, en la capacidad de resistencia de la economí­a del mundo ante los precios históricos del petróleo.

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