Con todo, Turquoise nace gracias a la directiva europea MiFID, que entró en vigor el 1 de noviembre de 2007 y liberalizó los mercados de valores. En apenas tres meses de funcionamiento, su cuota de mercado en Europa ha pasado del 1% a un promedio del 3,7% de la negociación, con 1.500 valores listados.
La aspiración de la plataforma no tiene límites. ‘Nuestro objetivo, aunque dudo que llegue a cumplirse, es copar el 100% de la negociación bursátil’, afirmó hace unas semanas en Madrid el consejero delegado de Turquoise, Eli Lederman. El directivo reconoció que la batalla por la negociación bursátil conducirá de forma inevitable a procesos de concentración en el sector.
A Turquoise y BME se sumará pronto Nasdaq OMX para competir por el mercado español. Lederman admitió que a medio plazo ‘será difícil’ que haya negocio para los tres.
En su aventura española, Turquoise irá de la mano de Citi y la sociedad de valores Interdin. El banco estadounidense se encargará de la liquidación y custodia de valores, aunque el depositario central de la compensación y liquidación seguirá siendo Iberclear.
La legislación española obliga a identificar cada valor con lo que se conoce como referencia de registro (RR), un número que otorga el depositario central; es decir, Iberclear. Ahí es donde entrará en juego Interdín, que agrupará al final del día todos los miles de órdenes realizadas en Turquoise con el objetivo de conseguir la RR, un requisito indispensable para que los valores adquiridos en Turquoise puedan ser vendidos en la plataforma BME.
El proyecto Turquoise
Es un mercado de negociación bursátil, idéntico al holding Bolsas y Mercados Españoles (BME). La plataforma fue fundada por BNP, Citi, Credit Suisse, Deutsche Bank, Goldman, Merrill Lynch, Morgan Stanley, SG y UBS.
Desde Interdín se reconoce la posibilidad de exista diferencial de precios y posibilidad de hacer arbitraje, como ya ocurre con los valores que cotizan a la vez en EE UU y la UE. Pero serán las propias estrategias de arbitraje las que terminarán cerrando la brecha de precios.
Los mercados son plataformas de negociación, no los dueños de los valores. Por eso, siempre será posible comprar una acción de Telefónica en BME y venderla en Turquoise. En España, la legislación exige que las acciones tengan un número identificativo (RR). Por eso, incluso comprando en las plataformas alternativas será necesario pasar por Iberclear, que es propiedad de BME, que es la que facilita la referencia… y cobra por ello.
El mercado Turquoise en principio está abierto para todo tipo de inversores. Pero la cierta complejidad de la operativa hace que sea más práctico para los grandes inversores institucionales, que pueden realizar grandes operaciones en bloques. Sin embargo, Turquoise permite combinar el libro visible, donde las órdenes de los inversores minoristas con la operativa de órdenes ocultas (Dark Pool), que tiene tamaño institucional. Esto permite que las órdenes más pequeñas se puedan ejecutar a precios mejores.