Las últimas previsiones:
Dos comentarios en relación a cada concepto.
PIB. Caída continuada, imparable; de todas formas no es la hipótesis peor. Entre hoy y el punto más bajo de la crisis, caída de hasta cerca del 15%. Estancamiento a partir del 2012. Insisto en que la caída puede ser mayor (personalmente pienso que lo será). La economía española cuenta con muy poco y ese poco se va quedar aquí: ¿nacionalismo económico?, nosotros y todos: ahora toca eso. (Comentario: en el 2012 las cosas no mejoran, insisto: se estancan: dejan de empeorar).
Desempleo del factor trabajo. En un modelo productivo tan intensivo en mano de obra como es el español pueden imaginarse el impacto que va a tener una caída tan pronunciada en la actividad económica. Lo peor de una situación como esa es el impacto en el estado de ánimo de la población. Espiral dañina la que se establecerá entre caída del PIB y desocupación. En el 2012 continúa cayendo el empleo por la inercia procedente del 2011.
Inflación. Algunas/os dirán que mejorará. Si a una depresión deflacionaria le quieren denominar “mejora”, pues vale. Los precios caerán porque el consumo se hundirá hasta quedarse en los bienes más básicos de precio bajo (puede que hasta subvencionado). También aquí pienso que el hundimiento de los precios puede ser mayor, sobre todo en el 2010. En el 2012, repunte de los precios debido al incremento del precio de las commodities, del crudo fundamentalmente, originado por las expectativas de menor producción, lo que incidirá negativamente en España debido a su dependencia.
Sin ningún lugar a género de dudas la economía española va a peor, y lo peor: sin horizontes de recuperación debido a que los puntales del crecimiento español de estos últimos años no tienen viso alguno de remontar su derrumbe: lo necesario será lo importante, y jugar al golf en Vallromanes, tener un apartamento en Begur o cambiarse de móvil cada dos meses o de coche cada año, no lo será.
¡Ah!, por el camino que vamos ni este Gobierno ni “el otro”. Ahora toca administrar lo escaso y lo superescaso (bien, claro), o sea, que como dice la Biblia: “Quien tenga oídos para oír ...”.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.