La Carta de la Bolsa Imprimir Artí­culo

En Bolsa, como en otros asuntos de la Vida, nunca hay que volar a ciegas

Jueves, 09 de Abril de 2020 Moisés Romero

¿Dónde estamos? Todo discurre demasiado rápido, demasiado alto, demasiado alocado. Demasiada presión. Obsesionados por ahora, obsesionados por el devenir. Desquiciados. Los sentimientos llegan de un extremo al otro ¿Por qué no considerar que lo correcto es apostar por lo contrario hasta mantener una postura serena, reflexiva, lejos de la compulsión? Detecto en la sociedad, influenciada por los Medios de Comunicación, y en los mercados, hoy como ayer, un síndrome de ansiedad muy elevado. He leído hace unos días una reflexión que enlaza con estos momentos: "cuando algo te obsesione, cuando algo llegue a tal extremo sólo hay que pensar en lo contrario, por que ahí está la respuesta" En Bolsa, como en otros asuntos de la vida, nunca hay que correr detrás de algo o de alguien si no sabes a dónde vas, porque, con frecuencia, a los que sigues tampoco saben a dónde van. Es una de las lecciones magistrales escritas en el gran Libro de la Historia de la Bolsa, que permanecen vivas con el paso del tiempo.

Los economistas, que admiten en gran medida que están volando a ciegas cuando se trata de hacer pronósticos en este momento, debaten la forma de la recuperación: V, U, la temida L, la W o el swoosh de Nike.

La política de comunicación de los bancos centrales es clave en estos momentos, precisamente tratando de mitigar los riesgos que puedan surgir a corto plazo en la estabilidad financiera cuando la pandemia disminuya. Pero, por otro lado, sabiendo que a medio y largo plazo la estabilidad financiera pasa precisamente por combatir los riesgos de una política monetaria demasiado expansiva durante un tiempo excesivo. Esto lo dijo hace más de un año, Sabine Lautenschlager: “a medida que pasa el tiempo los efectos positivos de una política monetaria expansiva son menores y los riesgos aumentan…es relevante tomar la decisión en el momento apropiado”...

Son días, horas, de catástrofes humanas y económicas en el mundo. Son muchos los que tienen los nervios a flor de piel, inquietos y temerosos por la acumulación de estos fenómenos en tan corto espacio de tiempo. Resulta fácil trasladar este sentimiento de vacío e impotencia, de desconocimiento, a lo que sucede de puertas adentro de los mercados de acciones en las últimas semanas. Los mejores gestores, los observadores más avisados insisten en que los índices no puede estar mirando eternamente al cielo, ajenos a las penurias terrenales.

Como sucede ahora con la pandemia del COVID-19, tanta precipitación, y tantos muertos en tan corto espacio de tiempo, los mercados deben estar preparados para que en cualquier momento alguien se rebele contra lo establecido y niegue la mayor ¿Cuál puede ser el desencadenante de un crucero bursátil alcista de cierta intensidad? Es la pregunta que recorre los correos electrónicos.

Ese es, precisamente, el gran problema al que se enfrentan los mercados a corto y medio plazo, el desconocimiento de la causa que puede provocar el pánico comprador. Por eso son muchos los que tienen el dedo en el gatillo. Todo tiene un precio, pero no hay que volar a ciegas.

Atentos más las cifras a la baja de la pandemia, que a los helicópteros del dinero. O ambas cosas a la vez.

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