Hace décadas que el concepto de la abolición de la propiedad privada apenas tiene seguidores en los países más desarrollados. No sólo por la mala fama de los miembros del bloque soviético, especialmente tras la caída del Muro, sobre todo porque en una sociedad rica a la mayoría le resulta poco atractiva la idea de perder posesiones propias para que sean de todos. El país de la Europa Occidental que durante años tuvo el partido comunista con mayor apoyo electoral fue Italia y su líder Enrico Berlinguertuvo el acierto de desligarse de la URSS e inventar lo que se denominó “eurocomunismo” (que acabaron abrazando los principales PC´s europeos, incluido el PCE de S. Carrillo). Desde entonces, y han pasado decenios, y hasta hace muy poco, el comunismo y la socialdemocracia fueron muy cercanos ya que ambos defendían mantener la propiedad privada pero gravando a ésta con impuestos que pudieran financiar servicios sociales, lo que en Europa denominamos “estado del bienestar”.
Esta cercanía en los principales puntos económicos hizo casi desaparecer al comunismo parlamentario. Es más, en economía a comienzos de este siglo no encontramos excesivas diferencias entre partidos autodenominados de centro-derecha y autodenominados socialistas, por ejemplo en política económica –no entro en el tema ideológico- son escasas las diferencias entre la segunda legislatura de Aznar y la primera de ZP y en Alemania incluso han gobernado juntos en coalición varias veces partido conservador y partido socialista, incluida la actual. Mientras la economía crece, los impuestos al trabajo (IRPF), al consumo (IVA), a la actividad económica (sociedades), al ahorro y la inversión (impuesto al patrimonio), etc. además de las tasas tanto estatales como autonómicas y municipales… son suficientes para mantener políticas sociales y dejar contentos con el sistema a la mayoría de la población. Así era España hace 10 años.
Sin embargo, llegó la crisis, el gasto social se disparó por el aumento del paro y la caída de la actividad económica redujo el ingreso tributario… Y todos los gobiernos de todos los países e ideologías (estoy convencido que comunistas en el poder hubieran hecho lo mismo), para mantener el sistema abusaron de la emisión de deuda siendo España de los países del mundo –quizás porque podía ya que partía de un nivel bastante reducido- que más disparó su deuda pública. Ahora la gran duda es: ¿se puede mantener el sistema actual sin recurrir al endeudamiento? (Mi opinión es que con las reformas adecuadas, sí pero dejemos eso para otro día)
En estos años de crisis lo más “comunista” que se ha hecho en Europa fue un ataque a la propiedad privada hecho por un gobierno de derechas presionado por la UE: expropiar parte de los ahorros bancarios más abultados en Chipre. Como la mayoría eran de extranjeros la medida no fue demasiado impopular, incluso a pesar del corralito. Pero fue claramente una excepción a la norma. Sin embargo, la izquierda radical parece renacer y plantea medidas que chocan contra la política ejecutada los últimos decenios, obteniendo en algunos casos un apoyo en votos importante prometiendo servicios sociales mejores de los que había antes de la crisis. ¿Cómo puede ser eso posible con menor actividad económica y millones menos de empleados? En mi opinión no lo es y aparte de la consabida cantinela de más impuestos y menor fraude fiscal (lo que no es nada novedoso, el mejor ejemplo es que Montoro en la última legislatura subió impuestos y –gracias sobre todo a la amnistía que le proporcionó mucha información- aumentó la recaudación aflorando fraude fiscal) hay dos medidas con las que algunos creen que se podrá conseguir:
En teoría, aunque haya grupos dentro de la coalición UP que defienden estas dos últimas opciones, no parece que ni aún llegando al gobierno, vayan a hacerlas aunque no deja de ser inquietante. Y además considero que es triste que ningún partido plantee algo que, siendo también radical, no implica perder lo mucho que tenemos: cuadrar las cuentas públicas y dejar de recurrir a emitir nueva deuda. Es posible que no podamos tener un estado del bienestar mejor que el de hace diez años (no creo ningún país pueda tenerlo no sólo por la crisis, también por el envejecimiento poblacional) pero tendremos un estado del bienestar muy por encima de la media mundial y que es sostenible en el tiempo más allá de una legislatura.
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