“Déjeme que le diga que la experiencia de su amigo, en el artíÑ‚Âculo de hoy, me ha sonado especialmente familiar. (Se referíÑ‚Âa al artíÑ‚Âculo “Regalo”, publicado aquíÑ‚Â el pasado 6 de Marzo en el que relataba, entre otras cosas, la imposibilidad de un amigo míÑ‚Âo para vender un piso de su propiedad). La situación es muy, pero que muy críÑ‚Âtica para la banca en estos tiempos. Esto que le ha sucedido a su amigo, (desgraciadamente) es el pan de cada díÑ‚Âa para nosotros, los “¿prometedores? jóvenes talentos” de la banca. ¿Qué se supone van a esperar de nosotros en esta situación económica que se nos viene encima? Yo me pregunto, ¿realmente creen que podremos llegar a los objetivos marcados en estas condiciones? Le juro que si lo consigo me consideraré una “maga de las finanzas”!...Ja!...
Ahora, lo que es peor, imagíÑ‚Ânese los efectos devastadores que esto tiene cuando, en lugar de quedarse simplemente en una situación anecdótica, se trata de una persona que necesita vender su vivienda para poder saldar una deuda hipotecaria millonaria. Me preocupa, no sólo la situación personal de estos clientes (a los que aprecio sinceramente en muchos casos) y la situación puntual de la “tienda de productos financieros” que tengo el gusto de dirigir, sino más allá de eso. Las repercusiones económicas, sociales y de todo tipo que esto traerá consigo.
Con un sector de la construcción agonizante y unas perspectivas como las que tenemos, ¿qué puñetas vamos a vender mañana en mi tienda?. ¿Me cerrarán el tinglado cuando los números arrojen una cuenta de resultados negativa?. ¿Qué puedo hacer yo cuando los clientes se quedan sin trabajo y prefieren llevarse algo a la boca antes que pagar la hipoteca?, ¿cuándo el que tiene que vender no encuentra comprador y el que tiene que comprar va a esperarse a las “rebajas de agosto”?, ¿cuándo la competencia está pagando (a pérdidas) los ahorros del ciudadano de a pie, más de un punto por encima del precio del dinero?...
...Y lo más curioso de todo, es que la gente está contenta de que La Entidad de toda la vida, la que nunca le ha dado un duro por sus ahorros, de bote pronto le pague un 5,5%. por los cuatro duros de la pensión (con todo mi respeto) y le abra las puertas diciendo “muy buenos díÑ‚Âas Sr. Pepito!...¿cómo anda Ud. de la cadera?”, cuando hace un par de semanas ni le miraban a la cara.
¿No se dan cuenta de lo mal que están las cosas para que, según quién, haga según qué?... ¡Creo que están/estamos en la inopia!.
A verlas venir, ¡vaya!...”
No añado ni una coma: no hace falta. “A verlas venir”, pues eso.
(Dentro de unos díÑ‚Âas hablaremos, ¡otra vez! (y habrán más), de la vivienda, pero no me he podido aguantar: las propuestas de la ministra, la Sra. Beatriz Corredor (que serán aprobadas, ¡claro!). Quiere la Sra. ministra que se rehabiliten viviendas, que se rehabiliten barrios degradados, que se construyan pisos protegidos, que más personas perciban la renta de emancipación (se da pasta a una/un joven para ayudarle a que se emancipe ! porque se sabe que, si encuentra un empleo: cosa difíÑ‚Âcil -desempleo juvenil: 20%- va a percibir un salario undermileurista: demasiao), a la vez, la Sra. Corredor pretende que se relaje la definición de rehabilitación en el IRPF para que quepan más cosas, y pasar la deducción por vivienda del 15% al 20%. Es decir: recaudar menos y gastar más, en otras palabras: menos ingreso público y más gasto público. Al margen de que no va a servir absolutamente para nada: la construcción se va al garete, ¡miedo me da!: ¿de qué restarán?. Lo del ¿chiste?: “Virgencita: que me quede como estoy”).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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