En esta exposición, el primero dique que estalló y llevó a los íÑ‚Ândices bursátiles del mundo a cotas más bajas fue el de la propia sobrevaloración de los mercados. PER excesivos, valoraciones extremas en un momento de fuertes ajustes en el Sistema Bancario y Financiero. O sea, las Bolsas estaban caras cuando estalló la Gran Tormenta. El segundo dique que ha reventado y que aún no ha sido reconducido ha sido el de la ejecución de garantíÑ‚Âas. Las Bolsas del mundo subieron a la cima de la colina en los últimos años apoyadas en tipos de interés excepcionalmente bajos (dicen, por cierto, que vamos ahora en esa dirección, a tipos de interés cero), que propiciaron abusos en la financiación hasta alcanzar niveles de apalancamiento históricos. Los bancos y las entidades financieras exigen garantíÑ‚Âas y, conforme las piden y ejecutan, más a plomo caen los íÑ‚Ândices de las Bolsas. Este caudal vendedor aún no están convenientemente encauzado. Tardará mucho tiempo en hacerlo.
Aún sin resolver las dos situaciones previas, ni la de la Crisis Bancaria y Financiera ni la de la ejecución final de las garantíÑ‚Âas, una nueva y grave amenaza se cierne sobre las Bolsas. Las aseguradoras, que han permanecido mudas, en silencio, como los corderos, amenazan con reventar con su papel el tercer dique. Aguas turbulentas, si es que el fenómeno alcanza su madurez, que determinaríÑ‚Âan nuevos míÑ‚Ânimos en los íÑ‚Ândices de las principales Bolsas del mundo. Las aseguradoras tienen unas normas contables que acatar, unos coeficientes que cumplir, unas garantíÑ‚Âas que reflejar. En muchos casos, ninguno de estos tres aspectos se cumplen en la actualidad. Los mejor informados dicen que estamos ante un nuevo episodio de turbulencias. Advierten, además, de que las compañíÑ‚Âas de seguros, principalmente las europeas, son accionistas de peso en los principales bancos y en los conglomerados industriales más importantes. Es lógico que si la pirámide, en términos de participaciones ya está muy debilitada en su base, en algunos casos totalmente hundida, el techo se desmorone.
Hay más focos de interés, y de extrema cautela, en lo que respecta a los próximos movimientos en Bolsa de las aseguradoras. La mayor parte de las compañíÑ‚Âas han comercializado productos tóxicos en los últimos años. Es decir, han actuado como auténticos bancos. Aunque los reguladores no les quitan la vista de encima, la imagen del viejo vendedor de seguros, que lo mismo te vende una póliza para la casa que otra para los muertos, o simuladores de planes de pensiones (similares) o de capitalización creciente, o crecepelos, esa imagen, digo, hay que tenerla presente ahora. Cuando las aseguradoras abran los armarios y a continuación aireen lo que hay escondido en los respectivos cajones, el espectáculo puede ser similar, incluso más descorazonador, que el que estamos viendo en los bancos y cajas de ahorro.
En Estados Unidos, las principales aseguradoras ya han pedido árnica al Gobierno, algo asíÑ‚Â como un Plan de Rescate para el sector. En Europa, hace dos semanas, el vicepresidente segundo del Gobierno y ministro de EconomíÑ‚Âa, Pedro Solbes, dijo que España rechaza la nueva norma europea para reforzar la solvencia de las aseguradoras porque establece un nuevo sistema de vigilancia que da un papel protagonista al supervisor del paíÑ‚Âs de la empresa matriz y margina a los supervisores de los Estados miembros donde la compañíÑ‚Âa tiene filiales. Los ministros de EconomíÑ‚Âa de la UE tratarán de cerrar este martes un acuerdo sobre esta directiva, que cuenta con el apoyo de Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, PaíÑ‚Âses Bajos, Portugal y los paíÑ‚Âses nórdicos. España lidera un grupo de 12 paíÑ‚Âses que forman minoríÑ‚Âa de bloqueo contra el texto.
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