Asimismo, el diario considera que la recuperación del sector inmobiliario llevará tiempo, como demuestra el hecho de que serán necesarios al menos tres años para vender todas las viviendas construidas durante el boom inmobiliario y que aún no tienen comprador.
En esta línea, también destaca la existencia de otras construcciones similares a la torre de Benidorm como el aeropuerto de Ciudad Real, que está en gran parte sin usar y tiene una deuda multimillonaria, o el recinto ferial de Zaragoza, que está pensado como un parque de negocios y, en cambio, permanece prácticamente vacío dos años después de la Expo.
“PRUEBA VITAL”
El diario recuerda que España, que es la cuarta economía más grande de la zona euro y representa el 11% de producción total, fue considerada una “prueba temprana” del éxito de la moneda única. Por ello, ahora su capacidad para reanudar su crecimiento es “una prueba vital” para la futura estabilidad del euro y la salud económica de Europa.
En este sentido, subraya que la “incertidumbre” sobre la capacidad de recuperación de España ha incrementado la presión sobre la deuda y las bolsas. Ante esta situación, destaca que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha anunciado nuevos recortes en los presupuestos para 2011 y que la Familia Real incluso ha visto reducida su asignación.
Asimismo, señala que los bancos españoles, incapaces de acceder a los mercados internacionales, han tenido que recurrir al Banco Central Europeo (BCE) para mantener el crédito necesario. Al mismo tiempo, los inversores consideran que los bancos deben ser más transparentes sobre el número de préstamos incobrables y otros activos similares.
El diario apunta que, en vez de revelar sus créditos problemáticos, los bancos han escogido refinanciar estos préstamos e incluir las ejecuciones hipotecarias y las viviendas sin vender como activos. Incluso después de conocer los resultados de las pruebas de resistencia, los economistas consideran que estos activos aún suponen un peligro y podrían convertir las entidades en “bancos zombies que se aferran al capital para cubrir sus pérdidas”.
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