La Carta de la Bolsa Imprimir Artí­culo

Los nuevos inquisidores

Miercoles, 29 de Julio de 2015 Redacción

Amigo Moisés. Como dice el analista jefe de un banco de inversión, estoy totalmente de acuerdo con el artículo de hoy sobre los “nuevos inquisidores” de bancos y cajas de ahorro. Basta contemplar sus “casi” gratuitas ofertas y múltiples anuncios en prensa, radio y televisión, buses, marquesinas y farolas públicas incluidas. Hay un famoso “inquisidor” al que, como concurre con el cada vez más creciente y asequible -entre 20 y 60 euros según el “tratamiento a seguir”- sector de “tetas y culos” en posturas un tanto insinuantes, solo le falta anunciarse en los limpia parabrisas y ventanillas de los numerosos vehículos aparcados en las calles de Madrid. entre ellos el mío. Te puedo asegurar que estoy hasta los mismísimos  “bemoles”  -por no decir hasta los “cojones”- de quitar y quitar tan gorrinos “anuncios”.

También estoy totalmente de acuerdo con el real y demoledor artículo que, en “La Carta de la Bolsa” del pasado 5 de marzo,  publicó el economista Miguel C., bien documentado artículo que, en su parte final, dice:   “La relación de despropósitos es muy, muy amplia. El populismo llega a la Bolsa, lo peor que puede ocurrir. Populismo intervencionista, sin pies ni cabeza” .... “En casos extremos, la intervención estatal puede llegar a la estatificación de todos los elementos de producción, como en la experiencia marxista de las décadas pasadas....”

Para terminar y hablando de populismos o separatismos -que tanto monta monta tanto- te hago llegar “mi discurso final” con el que termino el ya formateado libro del que te hablé en su día. ¿Vale?

Un abrazo y hasta la próxima, si ha lugar. Que igual sí.

“Mi discurso final”

 

    Estoy por asegurar que más de uno pensará que en mis comentarios y escritos sobra lo de la “porca política”, que diría algún que otro siciliano o napolitano. Pues es posible. Pero… a quienes así piensen les invito a que reflexionen sobre la siguiente pregunta: ¿Me pueden informar de algo que en “este país” no esté mediatizado, politizado o controlado por los partidos políticos? Pues si hay “algo” que no lo esté me lo hacen saber. ¿Vale?

Yo, entre tanto y moleste a quién moleste, sigo con mi “discurso final”.                                      

    Me propuse, en casi todos los escritos, romper a hablar convencido de que la libertad de expresión solo se conquista ejerciéndola. Hay momentos, en la vida, en los que callar se convierte en una culpa y hablar en una obligación. Y digo “obligación” porque están en auge los partidos populistas que, prescindiendo de todo respeto a los valores democráticos, llegan a actuar contra la propia sociedad, el mismo pueblo, obedeciendo a intereses de países dictatoriales que pretenden la sumisión correspondiente.

     Así, “su democracia”, se convierte en un sistema de autodestrucción e indefenso. O sea, en una dictadura pura y dura que no solo pretende dictarnos su historia sino, también, hasta nuestra memoria. ¿Está claro?

     Por lo que a mi respecta les diré que me importa un bledo ser rebatido. Es más, les diré que acepto las críticas, los improperios y hasta los insultos. Pero… ¿saben una cosa? Que desde los agitados años que van desde la ruinosa “segunda” república -mi santa madre no tuvo otra ocurrencia que parirme en octubre de 1931, en plena apoteosis republicana- hasta la “tercera” que se nos avecina, debo decir que estoy repetidamente vacunado. Vamos, que me resbala e importa un bledo “digan lo que digan los demás”.

     Lo que no me resbala y me importa son las constantes cesiones a los disgregadores nazionalismos; craso error en el que, reiteradamente, vienen incidiendo tanto populares como socialistas. Tan reiteradamente “incidiendo” hasta el extremo de que el considerado segundo idioma del mundo -o sea, el español- esté  marginado o “casi” prohibido no solo en los colegios públicos de Cataluña sino, también, en la rotulación de locales y centros comerciales, vías e infraestructuras públicas incluidas.

     En resumen. Unos políticos permisivos que siguen manteniendo un “perfil bajo” y complaciente ante el permanente envite del “cutre” nazional/separatismo catalán -y próximamente con el vasco- que refleja, en ambos partidos, una actitud acomplejada y vergonzante.

     Con un “troceado” mapa autonómico tan propenso al secesionismo; “lanzadas” las nazionalidades, cantones, caciques o tribus, me sigo preguntando:

         

    ¿Que porvenir le queda a “este país” antes llamado España?

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