Es habitual que cuando a una persona se le diagnostica una enfermedad grave su primera reacción sea negar la evidencia, es decir, negar que algo como lo que le están diciendo le esté sucediendo a ella. Luego, después, vendrán otras reacciones; unas personas tienden a despotricar contra el Destino que les ha abocado a esa situación en la que se encuentran, otras, en cambio, afrontan su estado con lógica y entereza.
El momento en el que ahora se halla la economíÑ‚Âa mundial es el primero de los arriba descritos, aunque, en realidad, se encuentra en el instante previo a su inicio ya que, aún, no se ha realizado oficialmente el diagnóstico de su enfermedad, pero ya falta muy poco para ello; lo que síÑ‚Â ha sido detectado por el equipo médico que asiste a la economíÑ‚Âa es que algo extraño, y de muy difíÑ‚Âcil tratamiento le está afligiendo.
No obstante, ya están apareciendo expertas/os que dicen que nada malo va a suceder al paciente porque tal o cual órgano de esta o aquella zona de su anatomíÑ‚Âa se hallan perfectamente; asíÑ‚Â, unos dicen que la banca de tal paíÑ‚Âs es sólida, otros que el mercado inmobiliario de aquel paíÑ‚Âs es estable, otros más que los fundamentos de aquíÑ‚Â y de allá están sanos. ¡Por favor!, quienes asíÑ‚Â hablan, ¿no saben en qué consiste esa cosa denominada globalización?.
La globalización se caracteriza por la tendencia a que desaparezcan todas las fronteras, tanto las políÑ‚Âticas como las económicas; las segundas, de hecho y prácticamente, ya han desaparecido. Como consecuencia -inmediata- de ello la información deja de ser nacional o zonal y se convierte en global, por ello, cuando algo sucede en un sitio, y, cómo a través de la globalización, la economíÑ‚Âa de ese sitio está interconectada con e interpenetrada por la economíÑ‚Âa de todos los demás sitios, eso que en ese sitio acontece causa efectos inmediatos y casi instantáneos en los demás sitios.
Que unos cuantos bancos USA se fuesen a la mierda porque unas personas a quienes se les concedió un crédito hipotecario no puedan pagar sus cuotas, tendríÑ‚Âa una importancia relativa en un mundo no interconectado; pero el hecho de que todos los lugares de ese mundo sean, en términos económicos, un solo lugar, hace que un problema en un sitio se transforme, inmediatamente, en EL problema, y si ese problema está liado como una madeja con al que un alegre gato ha estado jugando, y si, además, en ese problema está involucrada mucha gente que ha movido mucha pasta, y si, para completar el cuadro, quienes tienen que pagar lo que deben no lo hacen, el follón está servido; y es pueril decir que “no pasará nada” porque la banca de tal paíÑ‚Âs es sólida, ni porque el mercado inmobiliario de aquel paíÑ‚Âs es estable, ni porque los fundamentos de aquíÑ‚Â y de allá están sanos. Y, además de los ademases, la globalización supone otra cosa, y más la de hoy en díÑ‚Âa.
La globalización de hoy está basada en el crédito, en el crédito internacional, por lo que la oferta monetaria de un paíÑ‚Âs es parte de LA oferta monetaria. Si falta pasta en un lugar, faltará pasta en todos los lugares, por lo que inyectar liquidez en ese lugar -o en tres lugares-, reducir el precio al que los Tesoros prestan a los bancos o aumentar el plazo de vida de esos préstamos, equivale a darle un calmante a alguien que tenga gangrena; puede que le alivie momentáneamente el dolor, pero no le va a curar. Lo que hizo el pasado Viernes la FED (por citar al último de los actores que ha actuado) no va a servir para nada porque el problema es sistémico y global. (Aunque puede que a algunas/os le sirva para salvar su situación particular).
Las fíÑ‚Âsicas y los fíÑ‚Âsicos ya nos han explicado que cuando arrojamos una piedra al mar se mueven todos los mares del planeta, pues, hoy, con los temas económicos, sucede exactamente lo mismo; en la época de los Sumerios y de los Acadios, no; hoy síÑ‚Â. Y decir que nada va pasar, lo que acababa causando es el efecto contrario al que se pretendíÑ‚Âa obtener diciéndolo: que la gente se preguntará, ¿por qué estarán diciendo que no va a pasar nada?.
Cierto es que la población, y más en los tiempos que corren, huye de los problemas como de la peste, pero cuando volvamos de vacaciones y esa población vea que las cosas ya no están como le decíÑ‚Âan que estaban antes de irse a la playa, cuando perciba que las cosas están mucho peor de lo que les dicen que están, ¿continuarán esas personas pensando que nada va a pasar?.
Un simple dato. Aquellas de Uds. y aquellos de Uds. que hayan estado de vacaciones en algún lugar turíÑ‚Âstico, ¿han visto la misma “alegríÑ‚Âa” que el año pasado?; aquellas de Uds. y aquellos de Uds. que aún continúen de vacaciones en un sitio turíÑ‚Âstico, ¿ven el mismo movimiento que el pasado año?. Y eso que, según nos cuentan, “la economíÑ‚Âa está bien”.
El caso de España es, si cabe, más flagrante. El Ministro de EconomíÑ‚Âa continúa diciendo que lo que sucede fuera tendrá un impacto míÑ‚Ânimo aquíÑ‚Â dentro, y que lo que sucede en el mundo de las Bolsas es una simple corrección sin implicaciones en la economíÑ‚Âa real del reino. Y es flagrante porque España es un paíÑ‚Âs dependiente donde los haya, y con un PIB que, en base a su composición, es uno de los que más se sustenta en el endeudamiento.
¿Qué pretenden no diciendo la verdad?, ¿qué buscan escamoteando el fondo de la información?, ¿a dónde quieren que la gente llegue no explicando lo que está sucediendo en realidad?.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.