Desde Agosto es una caída hacia la nada. Un buscar soluciones imposibles según un manual caducado. Un continuo dar pomada antiestamínica cuando la causa del picor es un cáncer: la subasta ilimitada de pasta por parte del BCE del día 20 a pagar en tres años, la traca final, la última apoteosis.
Luego llegará Enero, y comenzará la toma de medidas, y ya absolutamente nadie habla de crecimiento: ya no es posible en este modelo porque los impulsores de crecimiento están agotados: el crédito y la capacidad de endeudamiento, luego ya sólo queda sanear y estabilizar, es decir, recortar. Ya lo hemos dicho, el razonamiento será: ¿cuál debe ser el gasto teniendo en cuenta los decrecientes ingresos de que se van disponiendo y teniendo aún más en cuenta que tan sólo va a haber financiación para aquello que sea importante, es decir, necesario?.
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¿España?, ‘Ganar competitividad a base de llevar a cabo una devaluación interna’. España reducirá sus costes laborales a fin de ganar una competitividad que no puede ganar de otro modo: aumentando su productividad porque: 1) genera un PIB de bajo valor que no compensa la inversión, y 2) porque existe un excedente de factor trabajo que al ser inocupable permite que la demanda de trabajo fije sus condiciones.
España se va a empobrecer, mucho, mucho, muchísimo, porque el crédito que posibilitó en crecimiento se ha ido para no volver debido a que al ser un recurso, es decir, al ser algo escaso, sólo van a disponer de él quienes fabriquen bienes necesarios. Por tanto, muchas de las empresa españolas que han existido a base de financiar tal existencia, cerrarán, algunas serán absorbidas, y el desempleo del factor trabajo aumentará, y, por tanto, su oferta.
La inflación en España (que ya es baja: quiten el impacto del crudo) bajará más por la caída del consumo que ocasionará las caídas de las rentas, la desaparición del crédito y el desempleo, pero no lo suficiente para competir con costes laborales verdaderamente bajos como los tunecinos o marroquíes. La competividad puede mejorar en subsectores como el turismo, pero está por ver que sigan viniendo a España 55 millones de unos turistas cada vez con una menor capacidad de gasto a medida que la situación en Europa se vaya degradando.
Y la creciente disparidad geográfica que se va a crear forzará diferencias crecientes entre clusters y áreas con posibilidades futuras y realidades actuales y otras regiones y zonas en las que ya una parte de su PIB, muy elevada en muchos casos, procede del exterior de tales zonas y regiones.
¿El plan para España?, limitado y con un enfoque hacia una realidad triste, sesgada, fragmentada.
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.
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