Viernes, 02 de Junio de 2017 Santiago Niño Becerra

Ayer vi al hijo de unos amigos que no veía hace un par de años. Siempre ha estado trabajando en bancos extranjeros: de inversión y banca privada, y tanto en España como en Europa y en USA.

Desde hace casi dos años está trabajando en un país europeo, pero su familia reside en una ciudad española. Cada Domingo por la tarde coge un avión a ese país y, a veces los Miércoles, a veces los Jueves, a veces los Viernes, coge un avión desde la ciudad de ese país en el que trabaja hasta España. (Cuando viene los Miércoles es para visitar a clientes que tiene en España).

Pensarán Uds. que un puesto así debe estar bien pagado, y si, lo está, pero en relación a cuando ‘el mundo iba bien’ ha perdido el 60% de su remuneración anual total, ya saben: fijo más variable.

No está triste, ni deprimido: dice que ahora es así, y que es un muy buen empleo. Su pareja, ingeniera, ocupa un puesto de responsabilidad en una empresa española.

¿Qué moraleja tiene esto? Pues que ya nada es como antes; absolutamente nada.

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