! tuve el placer de poder estar charlando durante un rato con un directivo de una de las mayores compañíÑ‚Âas multinacionales del planeta, un auténtico monstruo en su subsector. Es él, una persona a la que conozco desde hace años y que hacíÑ‚Âa tiempo que no veíÑ‚Âa.
Estuvimos hablando sobre lo divino y lo humano, pero, inevitablemente, la conversación acabó derivando en temas del díÑ‚Âa a díÑ‚Âa. En un momento de nuestra charla le hice una pregunta que marcó todo el desarrollo posterior de nuestra conversación: ¿qué se respira en tu compañíÑ‚Âa en relación al próximo futuro, ya sabes, dos o tres años?.
Me dijo algo que me impresionó; que la previsiones que desde la cúpula emanan, los mensajes que la cúpula transmitíÑ‚Âa en las reuniones y documentos internos de trabajo, apuntaban a un esplendoroso futuro a tres y cuatro años vista; en otras palabras, que hasta el 2010 / 2011, el crecimiento iba a continuar siendo espectacular, como ahora; potente, como en la actualidad; sin flaqueza ni desfallecimiento a pesar de que esta compañíÑ‚Âa, por algunos subsectores por los que se mueve son, ya hoy, considerados sensibles. Pero añadió algo a su disertación.
Me dijo que los segundos y terceros niveles -él pertenece al tercero- piensan otras cosas y que, concretamente él, piensa que las cosas van a ser muy diferentes a los mensajes y planes emanados desde la cúpula. Pero me dijo algo más.
Que, tal vez, una cosa eran los mensajes que se transmitíÑ‚Âan a las bases, y otra muy distinta lo que, en realidad, estaba pensando la cúpula. A modo de ejemplo, me habló de que una persona del segundo nivel que él conoce muy bien, le habíÑ‚Âa manifestado que habíÑ‚Âa conocido, tan sólo unas horas antes de que fuesen hechos públicos, los resultados correspondientes al primer trimestre del año en curso (ignoraba si eso le habíÑ‚Âa sucedido a todas/os las/los integrantes de ese segundo nivel); por lo que, tal vez era posible, que, por las razones que fuesen, el mensaje transmitido sea uno, y lo que en realidad la cúpula piensa sea algo muy diferente.
Para meditar, ¿verdad?.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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