Están de moda y más por estas fechas. La crisis financiera global, los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, el desplome de la bolsa en 1928 o la aparición de Internet, Google y Facebook. Aparentemente estos sucesos no guardan ninguna relación. No obstante, tienen algo muy importante en común: todos ellos son eventos Cisne Negro o, lo que es lo mismo, fenómenos que ocurren de forma totalmente inesperada, sin que nadie los haya previsto, y que pueden afectar a la economía mundial.
Por mucho que no hayamos visto u observado previamente algo, esto no quiere decir que no vaya a suceder.
Esto es precisamente lo que plantea Nassim Nicholas Taleb, investigador y antiguo operador bursátil, en su Teoría del Cisne Negro, una metáfora que se utiliza para hablar de sucesos que cumplen con estas tres propiedades:
Pero, ¿por qué este nombre?, ¿cuál es su origen? Para entenderlo debemos remontarnos a una de las historias que explica Taleb en su libro:
“Antes del descubrimiento de Australia, los europeos no tenían ningún motivo para pensar que podía existir un cisne negro. Hasta que llegamos a Australia, y el descubrimiento de una sola ave acabó con siglos de evidencia. Este hecho ilustra una grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación y la experiencia.”
Dicho de otra forma: por mucho que no hayamos visto u observado previamente algo, esto no quiere decir que no vaya a suceder. Para el economista Xavier Sala-i-Martin, esto es muy importante porque “en economía solemos hacer predicciones y tomar decisiones basándonos en la experiencia pasada, sin tener en cuenta los Cisnes Negros”.
Otros fenómenos que también son considerados Cisnes Negros son: Primera y Segunda Guerra Mundial, el derrumbe del bloque soviético y la caída del Muro de Berlín, entre otros. Y ya mirando hacia el futuro, el Foro Económico Mundial ha sido capaz de apuntar los tres grandes Cisnes Negros para los próximos diez años a nivel mundial: desigualdad económica, polarización social y peligros medioambientales.
En esta línea, el mismo organismo también establece los cinco grandes retos para afrontarlos, que son la reforma y el crecimiento de la economía, reconstruir las comunidades sociales, gestión de la disrupción tecnológica, fortalecimiento de la cooperación internacional y acelerar la acción contra el cambio climático.
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