Se ha publicado el IPC del reino correspondiente al mes de Septiembre. MalíÑ‚Âsimo: en Septiembre del 2007 es idéntico al de Diciembre del 2006. Pero, profundizando más, malíÑ‚Âsimo por un doble motivo: porque se debe a elementos que nada influyen en el crecimiento, y porque, al deberse a esos elementos, es extraordinariamente difíÑ‚Âcil de rebajar. Me explico.
La interpretación oficial, tanto del partido que hoy gobierna en España como del partido que gobernaba anteriormente, al diferencial de inflación existente en el reino respecto a la media de la UEM era, hasta hace cuatro díÑ‚Âas, la de que ese diferencial estaba ocasionado por el mayor crecimiento de la economíÑ‚Âa española.
Ahora resulta que la inflación es debida al aumento que han experimentado los precios de bienes que, hasta hace pocos años, eran considerados básicos (esta denominación ya no esta de moda): leche, huevos, pan, carne de pollo, ! y, también, debido al aumento de los precios de las sempiternas frutas y hortalizas, y del petróleo, claro.
Lo gordo es que los incrementos de precios de estos bienes no dependen, en gran medida, de “nosotros”, es decir, de los productores españoles, sino de algo tan etéreo como “la demanda internacional” y “las políÑ‚Âticas agríÑ‚Âcolas europeas”; y en la parte que síÑ‚Â dependen de “nosotros”-la intermediación- no hay huevos de meterse debido a otra cosa tan etérea como son “las leyes del mercado”. Del petróleo, mejor no decir ni píÑ‚Âo.
A la vez, el hecho de que estos bienes sean los responsables del aumento de precios supone que no es posible, o que es muy difíÑ‚Âcil, poder aplicar el instrumento idóneo, hoy, para frenar la inflación: el aumento de la productividad, por lo que podemos deducir que, a no ser que cambien muchas cosas en “la demanda internacional” y en “las políÑ‚Âticas agríÑ‚Âcolas europeas”, vamos a tener aumentos de precios en esos bienes para rato ! a menos que la demanda interna diga basta y deje de consumirlos, cosa bastante difíÑ‚Âcil mientras en los supers e hipers continúen admitiendo plástico para pagar y mientras quienes sostienen ese plástico sigan sosteniéndolo.
Horas antes de escribir estas líÑ‚Âneas habíÑ‚Âa recibido un mail de una antigua alumna que se halla trabajando en Venezuela asesorando en temas financieros a explotaciones agríÑ‚Âcolas y ganaderas (mañana les contaré sobre eso). Me decíÑ‚Âa, entre otras cosas, que uno de los bienes que, desde hace tiempo, escasea en las tiendas venezolanas es la carne; ¿el motivo?, pues que el precio al que se le pagan a los ganaderos es inferior a los costes de producirla. OíÑ‚Âdo a la pisada.
Es decir, de cara a la inflación, el reino tiene dos problemas: su bajíÑ‚Âsima productividad y el impacto de esas cosas etéreas. Sin embargo, el secretario de Estado de EconomíÑ‚Âa, el Sr. David Vegara, va y dice que de las cinco décimas que el IPC subió en Septiembre en relación a Agosto, cuatro se debíÑ‚Âan al aumento habido en el precio del petróleo y sólo una a los alimentos; y sale, también, el portavoz de EconomíÑ‚Âa del principal partido de la oposición y dice que la culpa la tiene la políÑ‚Âtica presupuestaria del Gobierno. Y yo digo, ¿y qué cojones le importa eso a la gente cuando ve que cada vez le alcanza menos su dinero cuando hace la compra de la semana?.
En la serie “Septiembre” les decíÑ‚Âa que la que viene va a ser una crisis de recursos, pues en eso estamos.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de EconomíÑ‚Âa IQS. Universidad Ramon Llull.
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