Pues bien, hace unos días el Gobierno de la República de Irlanda ha decido que es procedente que meta -él: el Gobierno- la mano en el fondo de reserva de las pensiones y se lleve hasta el 55% del mimo a fin de adquirir acciones de bancos con problemas, y ello debido al interés nacional.
Ahora esperarán que haga una comparación entre la situación económica imperante en Argentina y en Irlanda, pero no voy a hacerlo porque es innecesaria: son casi idénticas: los dos países crecieron al abrigo de un sueño: el sudamericano de la dolarización y del crecimiento imposible de una deuda imposible; el europeo al cobijo de unos impuestos imposibles y de un crédito rampante. Aquel se derrumbó hace años y así sigue; este se está derrumbando y así va a seguir. ¿Es extraño que coincidan sus intentos?. ¡Claro!, ¡claro!: uno habla español y otro inglés, pero ninguno de los dos es calvinista.
Los políticos -todos, de todas partes-, son especialistas en aparcar las cosas: las problemáticas; luego, cuando estallan, se improvisa, de hoy para mañana, y los resultados, claro, suelen ser pobres, y, a menudo, erróneos. Pasó con el automóvil y sus colaterales: el subsector estaba avisando desde finales de los 80 que España estaba perdiendo competividad, nada se hizo, nada se dijo, muy pocos pedimos dedicación al tema; ahora está llegando el llanto y el rechinar de dientes. Con la inmigración va a suceder lo mismo.
A la inmigración se la trajo, o se la dejó llegar, que para el caso .... Y se permitió que se quedase. Era el instrumento para ganar toda la pasta que se ganó con la construcción y sus colaterales (siempre hay “colaterales”), y con los colaterales de los colaterales. Y de nuevo: nada se dijo, ni se hizo, cuando empezaron a oírse las voces: “esto no puede durar siempre”; y no ha durado. Ya se ha acabado la construcción, y los colaterales, y los colaterales de los colaterales. Pero la inmigración continúa aquí: ¿que se va a hacer con ella?.
Podemos inventarnos lo que queramos y ponerle los nombres que más nos gusten, pero la única realidad es la de que aquella inmigración que se llamó y se dejó llegar ya no es necesaria: ya no son necesarios en el reino los cuatro o cinco millones de inmigrantes a quienes se permitió permanecer: no-son-necesarios; ¡no lo son!; y ya no van a volver a serlo, jamás: hemos asistido a la última oleada migratoria de la historia (ya hablaremos otro día de esto). Pregunta: ¿quién/es está/n ocupándose de esto?. Aquí, si, pero, ¿y en otros países?.
El problema va ser morrocotudo, y lo tenemos a la vuelta de la esquina. Quienes sí lo abordan son las ONGs: quienes menos pasta y menos poder tienen para abordarlo. Y, claro, dan recetas basadas en la tolerancia y en la comprensión; los políticos, callan. Y yo me alucino: ¿se es consciente de que cuando estalle la crisis sistémica la mayoría de los programas de ayuda van a saltar por los aires?, ¿se es consciente de que el desempleo del factor trabajo se va a disparar?, ¿de que vamos a estar inmersos en un entorno de búsqueda de la supervivencia?. Me temo que no: ni se explica ni se quiere entender: cuando estalle ya veremos.
Las 65 horas semanales: el Parlamento las rechazó (supongo que saben la razón: si aumenta la jornada laboral, sobran empleos, luego el desempleo aumentar; malo, muy malo para un político), pero el tema no es ese, sino lo que significa. Estamos -vamos- en unos momentos en que la población ocupada tiende a menos, la productividad a más, las horas trabajadas a ... las que hagan falta. Los salarios a lo que se pueda. 65 horas semanales, en el modelo en el que nos estábamos moviendo antes era una aberración, hoy puede ser una cuestión de supervivencia: tener que estar trabajando durante un tiempo de 65 horas a la semana para sobrevivir, y no se entiende: porque antes no era así.
Las ayudas a los bancos: si no se daban / dan, malo; si se daban / dan, también malo. Si se tapa un agujero -ya se está diciendo- es prolongar la agonía de algo que se va a morir; si no se tapa, caída de la confianza.
Enero ..., Enero .... ¡Huy!.
Enero: ¿se han informado ya sobre el “Plan E”? (si no, accedan aquí: http://www.plane.gob.es/que-es-el-plan-e/). Es propaganda, propaganda del Gobierno (de este, pero otro hubiera hecho lo mismo), pero propaganda que sigue con la misma línea del “España va bien” y de “la economía española juega en la Champions”; ahora el mensaje es “En España lo vamos a arreglar”. En la página, resaltada, una cita literal del Presidente del Gobierno: “El Plan Español para el Estímulo de la Economía y el Empleo supone una movilización de recursos públicos sin precedentes”; pero en todo el texto ninguna mención a los lastres históricos de la economía española que hoy empeoran aún más su situación: la productividad, el valor de lo producido, la inversión en capital físico y humano, el nivel de dependencia exterior, ...
Junto al texto un vídeo del Señor Rodríguez Zapatero en el que introduce a rasgos enormes lo que pretende el Plan E: crear empleo. Será calificado de voluntarioso, para mi es impactante: lo que yo saqué: “estamos fatal”. Pero vuelve a utilizar conceptos sesgados: España, en estos pasados años, ha tenido una tasa de desempleo bajísima, cierto, pero, ¿de qué calidad es la ocupación existente?; la economía española es la octava del mundo: por volumen de PIB sí, pero no por PIB generado por hora efectivamente trabajada. El Presidente del Gobierno habla de apoyos, ¿se prestarán a figuras y a elementos verdaderamente necesarios?, ¿a personas auténticamente necesitadas?.
Pienso que el Plan E existe porque los Gobiernos, en estas situaciones, algo tienen que hacer, lo que sea, pero algo: en USA, el Gobierno de Herbert Hoover también hizo cosas, y ya sabemos de qué sirvieron. Lo dicho: impactante; y no, no estoy haciendo una crítica a un Gobierno, es una crítica a un modelo caducado con décadas de historia a sus espaldas. ¿El Gobierno?, este u otro, para lo que viene, poco van a importar. Esperemos que sepan -el de aquí y los de allá- administrar bien lo muy escaso en la escasez. Esperemos.
Enero: podia llegar, ¿no?: “Spain"s Long-Term Sovereign Ratings May Be Cut by S&P” (http://www.bloomberg.com/apps/news?pid=20601087&sid=a3V_9XABkn84&refer=home).
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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