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China rechaza constantemente que su moneda está infravalorada. Y contraataca…

José Luis Martínez Campuzano - Martes, 21 de Junio China constantemente rechaza que su moneda esta infravalorada. Y contraataca alertando de los riesgos USA derivados de los "dos déficits": déficit público y déficit exterior. La Crisis de deuda soberana europea ha enfocado la atención de los inversores en el déficit exterior de los países. ¿Y la integración monetaria? Un hecho, frente a la escasa integración fiscal y menor a nivel político. Con todo, como hemos comprobado hoy con el cambio de posición alemana sobre Grecia, el Proceso de la EU es inexorable. Unos años atrás un ministro de economía español matizaba los riesgos derivados del creciente déficit comercial en España, explicado por el fuerte dinamismo de la inversión (vivienda especialmente) y financiado fácilmente en un entorno de unión monetaria. Poco que añadir con respecto al primer punto, cuando el segundo se ha convertido ahora en un factor de riesgo adicional. La combinación de debilidad del crecimiento, debilidad de las cuentas públicas y deterioro de las finanzas exteriores se ha convertido en un caldo de cultivo propicio para el castigo de los mercados. Cuando el saldo de la balanza corriente del área es de casi equilibrio (-0.4 % PIB previsto para este año, frente al déficit de 3.3 % en USA, superávit de 2.3 % y del 4.3 % respectivamente para Japón y China), hay importantes diferencias por países. Las más llamativas son: * Déficit Francia -0.9 % Italia -4.2 % España -3.3 % Grecia -8.0 % Portugal -8.3 % * Superávit Alemania 5.5 % Holanda 7.3 % Al déficit de la balanza corriente se le denomina también el déficit de ahorro de la economía: supone el desajuste entre las exportaciones y las compras. Un saldo negativo que debe ser financiado mediante préstamos, inversiones o directamente a través de una menor reserva de activos financieros. El déficit de ahorro de una economía puede responder a una inversión o a un consumo demasiado elevados, o a ambos de forma simultánea. En España sabemos mucho de esto. ¿Es malo? Ahora supone un factor de debilidad. Para algunos, además, es un indicio de pérdida de competitividad. En mi opinión, una respuesta demasiado simple que puede llevar a error. ¿Y si se debe a un elevado proceso de inversión productiva? En el fondo, un proceso que puede llevar a un aumento de la renta que facilite el pago futuro de la deuda. Deuda externa y PIB están relacionados. Deben estarlo. ¿Cuál es el límite máximo teórico de endeudamiento externo de un país? Tampoco es fácil responder a esta pregunta. Varía con el tiempo, con las posibilidades de financiación, con la situación concreta del país. ¿50 % ¿60 %? ¿Más allá de estos niveles? Miremos el caso de Grecia, donde los países exteriores de la economía suponen el 194 % del PIB (99 % en términos netos). Diez años atrás esto hubiera sido francamente complicado, surgiendo la Crisis con un nivel de deuda exterior mucho más baja. Con datos del BIS, los países con más pasivos netos exteriores en la zona EUR, más allá de Irlanda, serían Irlanda (102 % del PIB) y Portugal (106 %). Japón tendría un 50 % y en USA llegaría al 19 %. Un crecimiento nominal elevado, mayor que el tipo de interés de la deuda, supone un balón de oxígeno a las posibilidades de seguir endeudándose a través de un mayor deterioro de las cuentas exteriores. Pero lo contrario es lo que realmente debemos temer, especialmente en Europa. La prima de riesgo soberano, más elevada que el crecimiento nominal, al mismo tiempo que se mantiene el déficit de la balanza corriente conlleva un escenario de crecientes pasivos exteriores y desconfianza desde los inversores internacionales. Una situación que retroalimenta la Crisis de credibilidad y confianza actual. José Luis Martínez Campuzano es Estratega de Citi en España


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