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Italia es el elefante en la sala de estar de la zona euro, no España.

Carlos Montero - Sabado, 18 de Junio "Mirando los últimos datos del PIB de la UE, una cosa llega a ser cada vez más obvia. Cuando la política monetaria del BCE lleve a nuevas subidas de tipos, vamos a ver que la economía de Italia alcance un punto crítico", así se pronuncia el analista Edward Hugo, en un interesante análisis en el que defiende que "Italia es el elefante en la sala de estar de la zona euro, no España". Los datos en los que se apoya este analista para afirmar lo anterior son los siguientes:

La estructura de crecimiento es suficientemente clara: Alemania y Francia crecen a un fuerte ritmo, mientras que las economías periféricas siguen coqueteando con la recesión, muy limitadas por el peso combinado de la falta de competitividad internacional, su sobreendeudamiento y el impacto contractivo de sus programas de austeridad.

En este sentido, dado su tamaño, Italia se encuentra en una posición clave para inclinar la balanza entre el núcleo y la periferia de la Unión Europea. Y en el hecho de que el crecimiento de la economía italiana se haya detenido en seco, no es una buena noticia. El crecimiento de su PIB en el segundo trimestre de 2010 fue del 0,6%, del 0,5% en el 3tr10, del 0,1% en el 4tr10 y del 0,1% en el 1tr11.
No debería haber sorprendido a nadie estos bajos crecimientos del PIB en Italia, ya que su media durante la pasada década fue del 0,6% anual. No debería haber sorprendido a nadie, pero estoy seguro que lo hizo, ya que los mercados financieros sólo estaban pensando en el relativamente bajo déficit italiano, en lugar de preocuparse por como un país con esa baja tasa de crecimiento y una elevada edad media, va a poder pagar la deuda acumulada. La deuda italiana con respecto a su PIB es del 120%, y la edad media de la población es de 45 años. Es decir, Italia es Japón pero sin su superávit por cuenta corriente.

Los datos italianos contrastan con los buenos resultados de los principales países núcleo de Europa. Tanto el crecimiento de Alemania como de Francia fue muy fuerte en el primer trimestre del 2011, con una subida del PIB alemán del 1,5% frente al 0,9% esperado, y del PIB francés del 1,0%. En ambos casos con una fuerte contribución de la demanda interna, que se trasladó a un fuerte incremento de las importaciones, que deberían haber beneficiado a Italia.

Francia y Alemania son de hecho los principales socios comerciales de Italia, con alrededor de un cuarto del total de sus exportaciones a estos países. Así que, aunque no tenemos un desglose del PIB 1tr italiano, el estancamiento de la demanda interna, ha sido sólo parcialmente compensado con una mayor demanda exterior.

Mientras que el PIB alemán ha sobrepasado el máximo anterior a la crisis, el PIB italiano está todavía en niveles alcanzados en 2004. Francia está en una posición similar a Alemania.

El panorama de otros países es bien diferente. El PIB de Italia, España y el Reino Unido, está actualmente un 5,2%, un 4,3% y un 4,1% por debajo de los niveles máximos alcanzados en el primer trimestre de 2008, respectivamente.

¿Qué explica estas diferencias? En el caso de Alemania la fuerza de la recuperación es en parte un subproducto de la profundidad excepcional de la recesión que tuvo lugar. Entre marzo de 2007 y marzo de 2008, el PIB de Alemania se derrumbó un 6,6% acumulado. Lo que contrasta con la disminución del PIB acumulado de alrededor del 3,5% y del 2%, durante las recesiones de la década de 1990 y durante los primeros años del presente siglo, respectivamente.

La economía de Italia se asemeja a aquella Alemania, con un consumo débil y un crecimiento dependiente de las exportaciones. Lamentablemente la economía italiana no es suficientemente competitiva. La fuerte dependencia de Alemania a las exportaciones, y la sensibilidad, como consecuencia, a las fluctuaciones en el comercio mundial, es la razón clave de porque el país va de un fuerte crecimiento a una recesión profunda y viceversa.

Las contracciones en el PIB acumulado en las demás grandes economías europeas suele ser significativamente menor que en Alemania, incluso en un país como el Reino Unido, extremadamente vulnerable a los problemas del sector financiero. Un panorama similar se puede encontrar en EE.UU., donde los problemas de la vivienda y del sector bancario, redujo el PIB en un 4% acumulativa desde el pico al valle. Dos tercios, de cualquier modo, de la caída de Alemania.

Por otro lado, el caso italiano ofrece una evidente excepción a la idea de que cuanto más dura sea la caída más pronunciada será la subida. El descenso acumulado en el PIB italiano desde el 1tr08 al 2tr09 ha sido de casi un 7%. Una pérdida de producción más grande incluso que la experimentada por Alemania.
Pero el repunte ha sido mucho menor que el caso alemán. El PIB sigue estando casi un 5% por debajo del pico de la anterior crisis, y básicamente sigue en el nivel del 4tr de 2010. En gran parte, esta situación es el resultado del débil desempeño de las exportaciones italianas. En Alemania, las exportaciones están ahora por encima de su pico alcanzado antes de la crisis, mientras que las italianas están más del 14% por debajo de las obtenidas en el primer trimestre de 2008, su nivel más alto.

El crecimiento medio trimestral en el PIB de Alemania desde que la economía tocó fondo en 2009 ha sido casi del 1%, mientras que en Italia es del 0,3%. La composición geográfica de las exportaciones alemanas e italianas es un factor clave para esta evolución. Las exportaciones alemanas se han incrementado en mercados en desarrollo, de rápido crecimiento como China, mientras que Italia sigue muy dependiente de economías desarrolladas, muy endeudadas y de bajo crecimiento.

Por otro lado, el índice de productividad por hora de Italia sólo subió un 0,75% en la primera década de este siglo, mientras que la productividad alemana subió un 13,3%. La productividad alemana creció un promedio del 1,3% anual durante la década, mientras que la italiana únicamente un 0,07%. Debido al aumento de los salarios, los costes laborales unitarios aumentaron considerablemente. A los italianos se les paga más por producir prácticamente lo mismo. Esto no es sostenible. Esta falta de competitividad deteriora la posición exterior de Italia, y lastra el crecimiento, lo cual se refleja claramente en su déficit por cuenta corriente y comercial.

La economía italiana ha pasado por una profunda recesión provocada por la crisis mundial, y parece lista para una recuperación gradual. La fortaleza de esta recuperación es incierta. El problema es, como en otros países periféricos europeos, que después de una década de su adhesión al euro, la economía italiana está muy distorsionada, y necesita urgentemente una devaluación, lo cual evidentemente, no es posible. Por lo tanto, la única alternativa posible será algún tipo de reestructuración de su deuda para reducir la carga del pago de intereses.

Muchos por supuesto van a decir que Italia es mucho más rica de lo que parece, por su gran economía sumergida. Pero la economía sumergida no paga intereses, y aunque existe la promesa de que se luchará contra esta economía para reducirla, lo creeré cuando lo vea.

Como decía S&P en el comunica que acompañó a su decisión para poner en vigilancia el rating de su deuda soberana, “en nuestra opinión las perspectivas actuales de crecimiento de Italia es débil, y el compromiso político de las reformas para mejorar la productividad parece estar cambiando. El potencial estancamiento político podría contribuir al debilitamiento fiscal, y como resultado, creemos que las perspectivas italianas de reducción de su deuda pública han disminuido.




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