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Lecciones de previsión a partir de la tragedia en Japón

Redacción - Martes, 19 de Abril Por Jean-Pierre Lehmann y Dominique Turpin, profesor y presidente del IMD, respectivamente Sentimos una inmensa pena y tristeza por las pérdidas y sufrimiento provocados por el terremoto y tsunami que golpearon severamente a Japón, en especial, nuestro apoyo al gran número de alumnos y amigos de origen japonés que fueron afectados. Aunque se pueden realizar diferentes análisis sobre lo acontecido, esta tragedia nos brinda la oportunidad de obtener lecciones más amplias con miras al futuro. Ambos-el profesor y su servidor"“ podemos decir que conocemos bastante bien Japón ya que hemos vivido, estudiado, enseñado y trabajado en ese país. Durante años, hemos mantenido un estrecho contacto con Japón y con diferentes compañías líderes en el mercado japonés. Durante los años 80, trabajamos juntos y compartimos una fascinación por esta nación. También tenemos que decir que no somos los únicos que compartimos esta visión, ya que desde cualquier criterio objetivo, Japón era, en muchas formas, un país impresionante. En el contexto de nuestra investigación, fue especialmente cierto en el mundo empresarial en donde, las compañías japonesas eran increíblemente innovadoras. Pero no sólo en el mundo industrial. Hubo un tiempo en que los japoneses lograron dominar las artes culinarias, incluyendo la cocina francesa. Nosotros y nuestros compatriotas franceses tuvimos que admitir que había comida francesa, tan exquisita como la nuestra ¡en restaurantes de Tokio, Osaka, Fukuoka, Sendai y más, preparada por chefs japoneses! La última edición de la famosa guía gastronómica Michelin otorga una colosal cantidad de 266 estrellas a restaurantes de Tokio, más que las que otorgó a ciudades como París y Londres juntas. La moda, arquitectura y música clásica fueron algunas áreas en donde la atmósfera de creatividad del japonés se imponía. Durante este periodo, el poder global intangible de Japón se expandió. Se abrieron centros de estudios japoneses en diversas universidades de occidente, muchos de los vecinos asiáticos del Japón se sintieron impulsados a expresar públicamente su deseo de aprender de Japón; los restaurantes de sushi y otras formas de arte culinario japonés se expandieron por todo el planeta; el manga definió un nuevo género artístico; los viajes de extranjeros a Japón aumentaron, Tokio era la bolsa de valores más grande del mundo; el país se convirtió en el mayor donador de ayuda al mundo y muchas marcas japonesas se convirtieron en sinónimos de excelencia en calidad e innovación. En 1989, cuando el IMD publicó por primera vez su clasificación de competitividad, Japón ostentaba firmemente el primer lugar mientras que los Estados Unidos se encontraban en el tercer puesto. Luego entonces, algo ocurrió y Japón dio un giro diferente, radical e inesperado. La burbuja de activos estalló a principios de los noventas con una caída precipitada del índice Nikkei así como de los precios de las propiedades. Sin embargo, eso no fue todo. Como lo discutimos en una publicación conjunta en 2002 ("Japón perdió el primer tren de la globalización: ¿tomará el siguiente?" Perspectivas para gerentes, 19 de junio de 2002), parecía que Japón no había comprendido y mucho menos anticipado las profundas transformaciones impulsadas por diferentes fuerzas al final del siglo: La demografía, la revolución informática, el surgimiento de China y la globalización. Como lo dijo alguna vez un demógrafo suizo: "Lo único que sabemos con certeza acerca de lo que pasará mañana es que seremos más viejos que hoy." Japón, con una de las sociedades con mayor crecimiento de población de adultos mayores en todo el mundo no ha podido enfrentar ese reto y encontrar oportunidades reales fuera de sus fronteras. En consecuencia, muchas empresas japonesas se encuentran atoradas en su mercado nacional y cada vez es más difícil entrar a la globalización. Además, en los 80, las compañías japonesas mantuvieron su liderazgo en muchos productos electrónicos "duros", pero el tablero de juego cambió rápidamente al internet. Los intentos de los nuevos emprendedores japoneses de crear nuevas empresas venture (arriesgadas) "a la Steve Jobs" se vieron rápidamente aplastados por las enormes y tradicionales empresas japonesas. Pero el día de hoy, no existe una empresa japonesa de las dimensiones de Microsoft, Google o Apple. Su actitud hacia China fue interesante. Con todo y su cercanía geográfica y cultural, una actitud fundada en las tradiciones milenarias evitó que los japoneses pudiesen responder adecuadamente a la creciente competencia por parte de los chinos. En lo concerniente a la globalización, el Japón no estaba preparado para afrontar muchos retos, uno de ellos, la imperativa básica pero fundamental de dominar el idioma inglés. En 2009, una encuesta comparativa llevada a cabo por el TOEFL (Prueba de inglés como idioma extranjero) ¡Japón tuvo peores calificaciones que Corea del norte y Myanmar! En el último par de décadas, no sólo la economía se ha vuelto perezosa, también el espíritu se ha visto afectado. En lo que toca a la agenda global, Japón ha brillado por su ausencia durante la mayor parte de los últimos veinte años, mientras que en los años ochenta, era una autoridad irrefutable. Los japoneses se han ido poco a poco encerrando en sí mismos, aislándose del mundo. Por ejemplo, el número de estudiantes de muchas naciones que acuden a universidades de los Estados Unidos y otros países, ha tenido un aumento descomunal. En Japón, este número ha disminuido. Las compañías japonesas sufren cada vez más para colocar ejecutivos en el exterior o incluso, capacitar personal nuevo con habilidades globales básicas. El Imperio del sol naciente ha entrado en una fase de profunda depresión y sentido de aislamiento del planeta. Los japoneses hablan más y más de la "Galapagonización" (garapagosuka) del país, haciendo referencia a esas aisladas islas localizadas a 1,000 km de Ecuador. La propia inestabilidad social de Japón ha dado como resultado una indiferencia global-en contraste con lo ocurrido 20 años atrás"“ Japón es rara vez mencionado o discutido en el salón de clases del IMD. Sin embargo, esta terrible tragedia muestra al pueblo de Japón en su momento más crítico. Esta por demás decir que resulta dramático que el mundo tenga que voltear a ver a Japón debido a un desastre natural. Pero hemos sido todos testigos de que los japoneses, frente a las dimensiones de esta tragedia, han demostrado el valor, dignidad y perseverancia que siempre los han caracterizado. Muchos comentaristas de otras partes del mundo han elogiado el impresionante estoicismo de la gente y el orden que han mantenido ante la devastación. ¿En cuántos países del mundo uno se puede imaginar tales escenas, incluso en tragedias menos destructivas? Mientras el mundo observa al Japón con angustia y admiración, uno recuerda la enorme resistencia del pueblo nipón y lo mucho que tienen que ofrecer a la humanidad. La muerte, como siempre trágica, tendrá que enterrarse y llorarse; aquéllos que han sufrido, tendrán que recibir consuelo y los daños, habrán de ser reparados. Pero también esperamos que el ave fénix japonesa emerja de las cenizas y se manifieste de nuevo. Y que habiéndose demostrado así misma lo digna y valiente que es frente a una tragedia de tales proporciones, esta fénix samurái "se desvíe de las Galápagos" y se reúna con la comunidad global de tierra firme, de la cual puede obtener grandes beneficios y de la misma forma, tiene tanto que aportar. El 11 de marzo de 2011 puede significar una nueva etapa en la historia del Japón, con su gente recuperando la autoconfianza y con una apertura intelectual "frente a frente" con el exterior, sin mencionar que esa capacidad intelectual del japonés ha sido reconocida y respetada en el mundo entero durante décadas. En esta nueva fase, Japón tomará el siguiente tren de la globalización y generará una potente influencia para afrontar los retos globales del mañana. Jean-Pierre Lehmann es profesor de Economía política internacional y director fundador del Grupo Evian @ IMD. Dominique Turpin es profesor Nestlé y presidente del IMD. Antes de ocupar este puesto, fue responsable del mercado japonés por mucho tiempo. Tanto Lehmann como Turpin redactaron sus tesis de doctorado sobre temas relacionados con Japón y han realizado muchas publicaciones en el país por medio de sus méritos académicos.


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