La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

LA VOLATILIDAD SALTA LA VALLA

Moisés Romero - Miercoles, 27 de Abril
{mosimage}El recurso más utilizado por observadores y profesionales del mercado en los últimos doces meses ha sido el de la volatilidad dormida, como amiga esperada en la renta variable. Volatilidad es sinónimo de agitación, nerviosismo, desazón, inestabilidad de los precios de los activos que cotizan en los mercados financieros. Un año de volatilidad dormida ha procurado avances en las cotizaciones y animado a muchos inversores finales a tomar las riendas y a adentrarse en las aguas de la Bolsa. Es más, en momentos muy concretos de este periodo, el í­ndice de volatilidad se ha situado en niveles mí­nimos históricos, para sorpresa de todos, dado que el entorno extrabursátil continuaba, continúa, plagado de elementos en contra. En lo que va de 2005, la situación ha cambiado en términos de volatilidad. Las Bolsas han vivido dos sacudidas intensas, con episodios de pánico contenido.
En febrero se produjo el primer maremoto en los mercados, con fuertes sacudidas bajistas que hicieron tambalearse los í­ndices y pusieron el corazón en un puño a la mayor parte de los actores del mercado. En ese momento, el í­ndice principal del mercado giró a la baja con brusquedad, hasta situarse por debajo del nivel de partida anual, es decir, en pérdidas. Lentamente se recuperó el equilibrio, pero en el cerebro de la Bolsa ya se habí­an producido algunas lesiones. En el ecuador de marzo, los í­ndices volvieron a flaquear y, otra vez, a borrar de un plumazo las ganancias acumuladas hasta entonces, aunque eran escasas.

El término volatilidad, durante mucho tiempo en desuso, irrumpe con fuerza a mediados marzo y todos, compradores y vendedores, recuerdan que la Bolsa es un mercado vivo, que tiene estados de humor volubles, como los de sus participantes. Son muchos los observadores que señalan que el despertar de la volatilidad, como si de un  león dormido se tratara, augura momentos de mayor tensión e incertidumbre a corto y medio plazo, máxime en un momento en el cual los principales í­ndices bursátiles del mundo se encuentran en una situación técnica muy compleja.

Como se ha recalcado en las últimas horas, no se ha producido ninguna novedad en el estadio de las cosas de la Bolsa. Los mejores expertos consideran que la afloración de las tensiones en la actualidad se justifican por estados aní­micos anteriores muy tensos. O lo que es lo mismo, la volatilidad ha estado al acecho, nerviosa, dispuesta a saltar la valla, con un ojo abierto y otro cerrado, como duermen las liebres. Dicen que la desconfianza permanece y que unas veces se manifiesta con todo su empuje y otras permanece agazapada.

Conforme las principales compañí­as de Wall Street presentan sus números y se demuestra que los resultados son mejores de lo esperado, aunque con promedios de crecimiento inferiores a los del mismo periodo del año anterior, los gestores centran su interés en otros asuntos como el rebrote de la inflación, la próxima maniobra de la Reserva Federal de Estados Unidos, los exagerados déficits presupuestarios, las elecciones europeas en Francia, la financiación de las pensiones en el mundo, los movimientos del precio del petróleo, los vaivenes de la geopolí­tica y, en definitiva, el pulso cierto de las principales economí­as del mundo.

El despertar de la volatilidad dormida se produce en un momento caracterizado además, por la impotencia de los í­ndices para afrontar y superar nuevos estadios alcistas; pero también, con fuerza relativa suficiente para capear el temporal. Interesante, por tanto, el tira y afloja, con el recuerdo de que la cuerda siempre se rompe por algún extremo.

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Moisés Romero




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