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ANALISTAS, RESULTADOS Y ESTRABISMO

Moisés Romero - Miercoles, 18 de Mayo
{mosimage}Hace un mes los medios inundaron los foros con referencias a los resultados empresariales que ahora se publican, con la apuesta de que éstos marcarí­an el rumbo inmediato de los mercados financieros. En Wall Street quedan muy pocas compañí­as por rendir cuentas. El resultado ha vuelto a sorprender a los más optimistas, porque se esperaban crecimientos del 8% y han estado, como promedio, en el 11,5%. En la Bolsa española aún queda camino por recorrer, aunque la mayor parte de los valores lí­deres ya lo han hecho, con cifras que han significado el mejor primer trimestre de la historia del Ibex. Se han superado, con mucho, los pronósticos y lo que es más importante, las temidas NIIC no han ejercido la influencia perversa esperada. Las Bolsas, sin embargo, miran hacia otro, hacia la inflación y la evolución de los tipos de interés. Los analistas así­ lo han decidido, aunque tarde o temprano tendrán que considerar y asumir que los resultados son piedras angulares en las valoraciones bursátiles.

No se trata de despreciar las cuentas de resultados de las empresas que cotizan, porque en el proceso de valoración de cambios y de proyección de tendencias este hecho tiene un peso destacado, máxime ahora cuando las compañí­as dirijen sus esfuerzos hacia la remuneración al accionista más que a la creación de valor, y para ello es necesario tener llenas las alforjas de euros. Pese a ello, resulta evidente que los mercados están con la mirada puesta, fija, en otro lado y que el esperado impacto de este fenómeno en la evolución de los mercados no se ha producido.

Uno de los gurus del mercado español advertí­a a principios de año en su informe estratégico, de circulación muy restringida, que para la correcta evolución de las Bolsas eran necesarios ingredientes como alzas del PIB estadounidense no inferiores al 3%; crecimientos de los beneficios empresariales en el entorno del 10% y tendencia de los tipos de interés hacia niveles de neutralidad histórica, que en Estados Unidos están fijados entre el 4% y el 4,5%. En la actualidad, este escenario se mantiene, pero los mercados no logran salir del atolladero. Será, por tanto, una cuestión de ver y esperar, porque si las cifras expuestas se mantienen en los próximos meses lo normal es que las Bolsas suban en proporciones no inferiores al 10%, según las proyecciones manejadas por los especialistas.

Hemos buscado argumentos justificativos del desapego actual y elegimos unas reflexiones que hicieron la semana pasada Hoenig y Poole, de la Reserva Federal. Hoenig considera como tipos de interés neutrales el rango entre el 3,5% y el 4,5% y Poole cifra niveles de tipos reales entre el 1% y el 3%. Poole también ha significado que la mesura en la subida de los tipos no es un mensaje fijo, sino que puede cambiar si cambian las condiciones económicas y de la inflación; que no está relajado en lo que se refiere a la inflación, tampoco excesivamente preocupado; que los salarios, productividad y beneficios son clave para las perspectivas de inflación; que sólo hay un pequeño segmento de las viviendas con subidas de precios excesivas y que hay mucho margen aún para seguir creando empleo en Estados Unidos, dado el gap aún existente entre éste y la situación económica.

El análisis inmediato de estos comentarios es que la Reserva Federal mantiene su confianza plena en el devenir de los sucesos económicos en Estados Unidos y que saca más pecho conforme pasa el tiempo. Cabe colegir que el temor actual de los mercados y su escasa atención a los magní­ficos resultados empresariales obedece al temor de que la máxima autoridad monetaria se vea obligada en cualquier momento a subir de manera drástica los tipos de interés si la inflación se desmelena. Osea, la atención está puesta en la evolución de la inflación más que en otros considerandos.

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Moisés Romero




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