La Carta de la Bolsa La Carta de la Bolsa

LOCURA COLECTIVA

Moisés Romero - Martes, 17 de Mayo
{mosimage}En la coyuntura actual los expertos advierten de enormes desajustes que inducen a considerar que muchos de los que participan en los mercados se equivocan con sus movimientos y proyecciones. Los bonos inquietan, porque su cotización se encuentra en niveles máximos históricos; es decir, con rentabilidades por los suelos. Lo mismo sucede, desde hace varias semanas, con los fondos que replican las materias primas, cuyos varapalos son de consideración. Esto es así­, porque ambos mercados apuestan por enfriamientos económicos sucesivos en las principales economí­as del mundo durante los próximos meses. Sucede, en el mismo proceso, que el dólar renueva su poderosa fuerza relativa generada hace ya algunas semanas y que los resultados de las empresas cotizadas superan las expectativas a ambos lados del charco ¿Quién o quiénes se equivocan?
En la economí­a global los errores se pagan caros y lo que es es peor, tienen efectos letales sobre el conjunto del entramado económico, empresarial y financiero. Los fiascos de los hedge funds conocidos en los últimos dí­as a propósito de la calificación de bonos basura de las empresas emblemáticas del automóvil son ilustrativos. Caen los fondos como fichas de dominó y arrastran al conjunto del mercado. Luego vendrán los rumores, y certezas, sobre fallidos en bancos de negocios y otros tantos comerciales. Al tiempo.

Entre los errores de bulto de las últimas semanas, que conducirán a situaciones de temblores generalizados, los expertos destacan el juego a la contra desarrollado por la cotización del dólar y las posiciones que manejan en divisas los principales fondos de inversión del mundo. El dólar, que desde mediados de agosto de 2004 figura en todas las quinielas como caballo perdedor, ha girado sobre sí­ mismo y ha reconsiderado la tendencia. Son muchos los profesionales del mercado de divisas los que están atrapados en este proceso.

Hay más. La cotización de los bonos alcanza el cielo, que es el sentido contrario a la rentabilidad. Los futuros anticipan, o apuestan, mejor dicho, por que el Nirvana actual de algunas economí­as durará muy poco y que el segundo semestre será peor. Los bonos, con su comportamiento radicalmente opuesto a lo que señalan las estadí­sticas sobre el estado de salud de la economí­a de los Estados Unidos, como la gran referencia, dejan anonadados a los mejores observadores, porque los promedios de fondo incluso anticipan caí­das de los tipos de interés oficiales en medio mundo, cuando el consenso del mercado es que volverán a subir hasta en dos ocasiones más, antes de que llegue el otoño.

En esta locura colectiva otro de los asuntos que dejan atónitos a los observadores más pacientes es el error de bulto de la mayor parte de los analistas respecto a la evolución de los resultados empresariales. Tanto en Estados Unidos como en la zona euro, con España a la cabeza, los excedentes han superado las previsiones más optimistas, con lo que se refuerza el sentimiento de que la maquinaria económica sigue bien engrasada.

Llantos para esta crónica desahuciada, finalmente, de la mano de los agitadores inmobiliarios. Advierten de que las subidas de tipos y actuaciones gubernamentales para tratar de poner orden en el desorden inmobiliario podrí­a acarrear graves consecuencias. En fin, que no se entiende nada. Por eso la Bolsa sigue viva.

twitter.com/moisesssromero @MoisesssRomero

Moisés Romero




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